Sermón del 25 de Abril

Para escuchar el sermón:

Sermón Pascua IV – desde Madrid 

San Juan 16.16-22

JUBILATE 

“Ahora o Ahorita” 

            ¡Cristo ha Resucitado! ¡Ha resucitado en verdad, Aleluya! Amén.

Todos ustedes saben que yo soy venezolano, y como venezolano, tenemos una palabra que nos ayuda a medir el tiempo de una manera particularmente distinta. Cuando alguien nos pide algo o tenemos que hacer alguna cosa, a veces decimos “Ahorita lo hago”. (Limpia la casa… Ahorita lo hago; Tienes que hacer esto… Ahorita lo hago) El “Ahorita” lo usamos como una medida de tiempo que puedes ser ahora, más tarde o nunca.

Esto puede ser bastante engañoso e incluso, puede traer bastantes problemas. Pero lo cierto es, que a veces queremos hacer las cosas “ahorita” pero queremos que Dios o las demás personas actúen para nuestro beneficio “Ahora”. Y esto quizás pueda sonar un poco enredado; pero escucha las palabras de Cristo: “Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre.” (v.17) un poco enredado ¿no?

Pero Jesús no esta hablando en términos venezolanos, sino que nos esta hablando en términos de la obra de la redención. Sin hablar directamente de la cruz, nos esta mostrando la cruz y su muerte (Todavía un poco, y no me veréis) pero también nos esta hablando de su resurrección y ascensión (y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre). Este es el discurso de despedida de nuestro Señor; en la última cena, el jueves santo, antes de ser arrestado, él esta dejando su testamento y en ese testamento, en el cap 16 les va a explicar a sus discípulos lo que van a sufrir por causa del evangelio.

No existe gloria sin sufrimiento, no hay tumba vacía sin cruz, no hay resurrección sin muerte; y esto es lo que les esta dejando claro Jesús aquí. Que morirá y se entristecerán, pero que al tercer día se alegrarían por la resurrección.

Nosotros, los creyentes de este siglo; vemos este pasaje y nos parece extraño “por un poco y no me verán”; ya la muerte de Jesús tuvo lugar, ya sucedió, no lo sacrificamos domingo a domingo como la misa romana, entonces ¿Por qué nos entristeceremos?

¿Por qué la vida es dura? ¿Por qué estamos sufriendo en estos momentos? ¿Por qué teníamos planes y un virus ha detenido al mundo entero? ¿Por qué no se si voy a recibir la vacuna prontamente? ¿Por qué estoy pasando por problemas en mi trabajo? O ¿en mi familia? O ¿con mis amigos?

Todas estas cosas causan tristeza, pero todas estas cosas tienen solución. Los sufrimientos en esta vida tienen solución, quizás no inmediata, pero se solucionan y sirven para fortalecernos, para poner nuestra fe en el sitio correcto, que es en Cristo. Pero a veces vemos los sufrimientos como un castigo de Dios, como si Dios estuviese jugando con nosotros para ver nuestro punto de quiebre y queremos que AHORA nos libre de todos ellos.

La tristeza puede paralizarnos o motivarnos a levantarnos y ser fortalecidos por causa de Cristo. Y fíjate que los discípulos al igual que nosotros no entendían estas palabras; el ambiente en el que se encontraban era un ambiente tenso, de traición, de muerte, de despedida. La tristeza estaba en el aire; y quizás ellos no querían sentirse de esta manera, pero era necesario este sufrimiento, para luego ser enviados al mundo a predicar el evangelio de Cristo. Es necesario sufrir para ver a Cristo en medio de nuestros sufrimientos.

Hoy pueda que te sientas triste; porque no puedes acercarte a la iglesia, o porque estas atravesando algo duro en tu vida como el covid, alguna enfermedad, la distancia entre tus seres queridos o incluso la muerte de alguien cercano. Todo esto lo vivió y lo sufrió Cristo, y en medio de los sufrimientos, en medio de las tristezas es muy fácil quitar la vista de Cristo; creer que nosotros podemos con todo esto. A veces queremos ser cristianos, pero sin Cristo y esto es un error, porque él ha dicho que su yugo es más ligero que el de nosotros.

Por eso, es tiempo de confesar nuestros pecados a Dios, es tiempo pedirle perdón por murmurar en contra de él, por no entender la alegría que se encuentra en él y pedirle que nos siga llenado de su amor. La tentación hoy en día es olvidarnos de la bondad y la misericordia de Dios, olvidarnos del arrepentimiento, pero Cristo quiere que reconozcamos nuestros pecados y ahora vivamos una nueva vida unido a Él

Jesús promete alegría, pero antes de la alegría tenemos que sufrir. Una madre espera con ansias conocer a su hijo que ha llevado en lo oculto por 9 meses; pero mientras esta en las labores de parto, sufre, y llora. Esto es parte de la condición del ser humano pecador; “aumentare los dolores de tu preñes”; y la Iglesia al igual que la mujer en labores de parto, sufrimos, por nuestros propios pecados, por los pecados de otros, por los pecados del mundo; pero luego que nace el niño; la tristeza y el dolor cambian y dan paso a una alegría tremenda e incomparable. Y esto sucede con la iglesia, porque UN HOMBRE NOS HA NACIDO.

Este hombre que ha nacido es el salvador del mundo; es Cristo Jesús; que no solo nace de la virgen María; sino que también nace de la tierra, siendo el primogénito de todos aquellos que duerme.

No hay vida sin muerte; y Cristo nos ha garantizado esto en la cruz y en su resurrección. Nosotros como cristianos, vemos ahora a Cristo, lo vemos en su cruz, pero más que en su Cruz, vemos a ese Hombre-Dios, naciendo diariamente en su Palabra, en el bautismo, en su cena, en el perdón de los pecados.

Jesús esta en medio de nosotros, como el Hijo Amado de Dios, y nos llena de una alegría que no se puede comparar con nada. Jesús promete que tendremos tristezas por un tiempo, pero también promete alegría para siempre. Él dice: “Nadie te quitará tu gozo”. Nadie puede. El gozo de ver a Cristo no se parece al dolor que lo precede. Tú dolor, el día de hoy, se une al dolor y al sufrimiento de Cristo. La alegría se une al perdón y la paz que trae el sufrimiento de Cristo. El dolor y el sufrimiento duran poco tiempo. La alegría dura para siempre. 

El mundo puede celebrar el día de hoy y alegrarse porque hablan de “un dios ausente” de un “dios que no existe” de “un dios que esta muerto”; pero lo cierto es que mientras ellos ríen y disfrutan en su pecado, creyendo que han vencido con todas estas nuevas cosas “culturalmente correctas” y que están fuera de la palabra de Dios; el cristiano aguarda, el cristiano sufre, el cristiano espera, y nuestra espera no es en vano, nuestra espera no nos decepcionara. Muchos preguntan ¿Qué pasa si al final de nuestras vidas nos damos cuenta de que esta espera en Dios es una mentira y no hay nada más allá? Si has pensado así, te invito ha que escuches al Cristo encarnado en su palabra, el Dios que te dice que HAY SALVACIÓN en él; el Dios que te dice en medio de los sufrimientos y las tristezas, “hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Hoy es el día de nuestra salvación; hoy es el día que ha hecho el Señor y nos gloriamos y maravillamos en Él. Dios cambia el AHROITA por el AHORA, nuestra tristeza en alegría. Y puede que pienses que no hay mucho por que celebrar: gente muere, familias están distanciadas, gente desprecia el evangelio, personas que están luchando contra la depresión y la ansiedad por todo lo que vivimos.

Hay cosas que están fuera de nuestro control, pero las que están en nuestro control no las dejamos en manos del AHORITA, sino que más bien, las tomamos ahora y confiamos en esa alegría que Cristo nos da.

Sufrirás, querido hermano, lloraras, lamentaras tus días – como lo hizo Job – pero al final de la vida, solo necesitamos a Cristo, solo en Él encontraremos la paz y la alegría que tanto necesitamos.

Como Iglesia, vivimos esta nueva era de alegría en medio de los sufrimientos, porque sabemos que tenemos a un Señor, y Salvador, que ha sufrido en todo por nosotros y nos ha llenado de su paz, amor y alegría, hasta que nos venga a buscar para compartir junto con el Padre, todo lo que es de Él.

Puede que tengamos que esperar un poco, pero mientras esperamos a ese Cristo, Ríe mientras llora, alégrate mientras estas triste, porque tu SALVADOR ESTA CERCA y ha venido hoy para consolarte con su palabra de amor y verdad.

En el nombre de Jesús. Amén.

 

Rev. Isaac Machado

Pastor Misionero – Iglesia Luterana Española

Categories SERMONES | Tags: | Posted on abril 27, 2021

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