Nuestros Valores

I. Misión

Predicar a Cristo crucificado a todas las personas en todos los sitios y llamarlos al gran banquete celestial, bautizando a aquellos que vienen a la fiestas del Cordero, nuestro Señor y Salvador, para que puedan recibir el vestido de la justicia de Cristo. Y reunir a los bautizados en torno a la presencia corporal de Cristo, a fin de que puedan tener comunión con Él, viviendo un anticipo de su comunión celestial en la fiesta que no tiene fin.

II. Visión

La  Iglesia Luterana en España está abierta a todos los que deseen recibir los dones de perdón, vida y salvación, dándoles la bienvenida en nombre de Jesús, atendiendo a sus necesidades corporales y espirituales, ​ ayudándolos a encarnar el amor de Cristo a través de obras de misericordia y de caridad hacia todas las personas que están heridas por el pecado y el sufrimiento.

III. Principios

1. Llevamos el Santo nombre de Jesús en nosotros a través del bautismo, y entramos en esta santidad cuando escuchamos su Palabra y nos acercamos a su mesa. Hacemos que su Santo nombre se escuche en el mundo al hablar de Él y de su Misericordia, con las palabras de la Ley y el Evangelio en nuestras vidas.
2. Nos perdonamos unos a otros como Él nos ha perdonado, engendrando el amor que Cristo nos ha dado sin condiciones.
3. Creemos, enseñamos y confesamos que las Confesiones Luteranas son la verdadera exposición de la Escritura y esta, la Escritura, nuestra única fuente y norma de fe y vida.
4. Hacemos llegar a otros la misericordia de Cristo Jesús, que ha llegado a nosotros a través de su Muerte y Resurrección.
5. Enseñamos actos de misericordia y de caridad, reflejando los principios bíblicos del servicio.
6. Valoramos la transparencia y el respeto a nuestras autoridades.
7. Valoramos el formar parte de la familia cristiana: misioneros, pastores, diáconos, catequistas y el pueblo de Dios en España y otras partes del mundo, porque todos somos igual de valiosos y compartimos el mismo Espíritu Santo.
8. Encarnamos el amor de Cristo a través de nuestra comunión, y disfrutamos unos de otros en nuestra vida fuera del Oficio Divino, tanto en nuestros hogares como lugares de trabajo, donde alegremente tratamos de servir al Señor en su Reino.

IV.  La siembra

El principal desafío de la Iglesia Evangélica Luterana Española es la siembra de congregaciones, para que se reúnan alrededor de la presencia corporal de Cristo en la Palabra y los Sacramentos. Jesús le dijo a Zaqueo: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar ya salvar lo que estaba perdido” (Lucas 19:10). Tal buscar y salvar viene a través de la predicación y el bautismo, así como la Iglesia ha cumplido con este mandato de Jesús desde el principio.

Antes de ascender al cielo, Jesús abrió las mentes de sus discípulos y les dijo: “Así está escrito que el Cristo padeciese, y al tercer día resucitó de entre los muertos, y que el arrepentimiento y el perdón de los pecados debe ser proclamado en su nombre a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas. Y he aquí que yo envío la promesa de mi Padre sobre vosotros “(Lucas 24:45-49). Una Iglesia constituida por la predicación y el bautismo es también una iglesia que sigue el mandato de Jesús de participar del pan y de la copa, porque allí encuentran su cuerpo y su sangre “en memoria de mí” (Lucas 22:19-20).

Creemos que la predicación y el testimonio de los Apóstoles es una realidad en nuestra Iglesia cuando nuestros pastores bautizan, enseñan y celebran la Cena del Señor en su nombre, allí donde los santos se reúnen como una congregación para recibir los dones de perdón, vida y salvación en la presencia corporal de Cristo.

V. Diaconía

La fe siempre está encarnada en el amor, en gestos concretos de misericordia y de servicio. Así como Cristo está presente en nosotros, está presente en medio del mundo cuando actuamos por amor, misericordia, gracia y caridad de Dios. Cristo nos da la oportunidad de satisfacer las necesidades de nuestro prójimo a través de nuestras acciones. Estos actos de misericordia nacen de la propia diaconía del altar, donde los miembros somos servidos,  y se lleva a cabo fuera de las puertas de la congregación, buscando servir allí donde el sufrimiento y el pecado afligen y distorsionan nuestras vidas.

Así que nuestro testimonio del Evangelio siempre se encarna en el mundo hacia todos los que lo necesitan. El testimonio y la diaconía van de la mano, tanto colectiva como individualmente; y así como el amor de Cristo por nosotros fue incondicional así también el amor de la Iglesia por el pueblo quebrantado por el pecado es incondicional. Mostramos amor porque el amor de Cristo nos mueve a hacerlo.

VI. Vida en Comunidad

Al ser hechos santos en Cristo a través de los dones que recibimos por medio de la Palabra y los Sacramentos, deseamos aplicar estos dones en el mundo. Queremos crear comunidades de creyentes que estén constituidas por su comunión en el Evangelio de Jesucristo. La Iglesia Evangélica Luterana Española, desea transmitir una cultura de amor y alegría entre sus congregaciones, sus miembros y el entorno donde lleva a cabo su trabajo en favor del Evangelio de Cristo.