Sermón del 26 de julio

Predicación de la Palabra

San Marcos 8.1-9 – Congregación Emanuel – Ps. Isaac Machado

Oficio de la Palabra – Trinidad 7

La Compasión que sustenta a los creyentes

En el nombre del Padre y del + Hijo y del E.S. Amén.

Hoy estamos ante dos cuadros totalmente diferentes pintados por el mismo autor. En uno, tenemos la abundancia de la creación; en donde el pintor coloca todos los elementos de una manera meticulosa y maravillosa para que sirvan al foco principal de su pintura, el hombre. En el otro cuadro tenemos la escasez producida por el pecado; en donde, con el desierto de fondo, vemos que no tiene nada de ofrecerle al hombre. Solo hambre, desolación y muerte.

Pero es en medio de este contexto, donde Jesús no va a dejar al hombre perecer en el desierto. Porque, así como Moisés, por la obra de Dios, dio de comer a todo su pueblo; así Jesús, por medio de su compasión, sustentara a estos hombres que están con él y lo han estado escuchando durante tres días seguidos.

Jesús no para en el camino de la redención humana; y sus pies los llevan a una ciudad de gentiles. Donde estos hombres lo escuchan y son sanados de sus dolencias. Así como nosotros, su iglesia, escuchamos su palabra y somos sanados de nuestros pecados.

Nuestros Padres, antes de la caída, caminaban con Dios, así como lo hacia esta multitud, escuchaban a Dios, así como lo hacía esta multitud, veían las maravillas de Dios, así como lo veía esta multitud. Pero, a diferencia de esta multitud, ellos eran perfectos y tenían todo lo que podríamos imaginar. Estaban bajo el resguardo de Dios en el Edén, en donde tenían todo buen árbol para comer ¿pero que paso?; la avaricia domino sus corazones y querían más. Sabían lo que era bueno, pero querían ahora conocer mucho más “querían ser como dios” y cambiaron el lugar más abundante lleno de la gracia de Dios por el desierto de su pecado. Fueron echados del sitio perfecto que escuchamos hace un par de minutos a un sitio donde no hay ni para comer. Espinos y cardos te producirá la tierra.

Pero aun en este sitio de “perdición”; Dios prueba a sus hijos para ver su confianza en él; Abraham, José, Moisés, Elías, David todos estos

nombres tienen en común haber sido probados, incluso, Jesús mismo es probado en el desierto.

“No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Deut. 8.3)

La pregunta de los discípulos, una pregunta valida y con bastante lógica: “¿De donde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto?” sigue demostrando la debilidad de nuestra razón con respecto a Dios y la fe. Los discípulos junto con otra gran multitud, de 5000 hombres, habían sido saciados días antes solo con 5 panes y dos pececillos. Y el alguien que había producido dicho milagro, es el mismo que les vuelve a decir “tengo compasión de esta gente”

¿Qué les pasa a los discípulos que no pueden ver que Jesús los puede sostener? – Les pasa lo mismo que a cualquier ser humano limitado por su razón, en donde no creemos que Dios pueda ser capaz de proveer los que necesitamos, en el momento justo. Por eso, la avaricia reina en nuestros corazones y tratamos de buscar las cosas por mi mismo.

La avaricia nos lleva a ver que, en el desierto de la vida, nadie va a poder proveerme nada así que tengo que buscarlo yo; tengo que accionar y no importa a quien me lleve por delante, tengo que llenar mi estómago.

Somos esclavos de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio estómago, y solo buscamos satisfacerlo, sin ver que Dios puede proveer todo lo que necesitamos porque es nuestro creador y nuestro sustentador.

Un padre no deja pasar hambre a su hijo; un buen padre se quita la comida de la boca para proveer a su hijo lo que necesita; cuanto más nuestro Padre en los cielos no esta pendiente de nosotros. Aun en los momentos difíciles.

Porque la vida, mis queridos hermanos, es agotadora, pasamos por caminos difíciles y llenos de escasez. En donde quizás no podamos ver que las cosas son buenas o justas.

En medio de la recesión económica que estamos viviendo en el mundo entero por causa de la pandemia ¿Cómo podemos confiar que el

día de mañana tendremos algo para comer en nuestras mesas? ¿Cómo puedo confiar que aun mantendré mi trabajo? ¿Cómo podremos confiar en Dios si volvemos a una cuarentena radical?

Tenemos el mismo Dios que creó los cielos y la tierra y con su sola palabra, produjo todo árbol bueno, que da buen fruto, el mismo Dios que sustento a su pueblo con el mana que descendía del cielo, el mismo Dios que alimento a 5000 y luego a 4000 con pocos panes y aun así, SOBRO COMIDA, ese mismo Dios que ha actuado en la historia en favor de sus hijos, es el mismo Dios que el día de hoy nos ve y tiene compasión de cada uno de nosotros y no nos envía sin nada. Sino que viene y nos da su perdón cuando reconocemos que hemos dudado de Él pero que, por su gracia, tenemos más de lo que necesitamos.

La iglesia y el mundo que sufre por causa del pecado no es algo que podamos minimizar, es una realidad, pero son restaurados por Cristo. Porque, así como nuestros padres perdieron el Edén por una comida, en la Cruz, Cristo gano el nuevo cielo y la nueva tierra para todos aquellos que confían en Él y nos entrego la cena de la inmortalidad en el Sacramento del Altar.

Porque tenemos a un Dios lleno de compasión, y como les he dicho, la compasión no es solo sentir pena por alguien, la compasión va más allá, es accionar, es ayudar, es dar de lo que Dios me ha dado para poder ayudar al prójimo, porque Dios no escatimo nada por nosotros.

Dios vio nuestra miseria, vio nuestra desolación en el desierto; vio que el desierto no nos ofrecía nada, y en el desierto entrego a su hijo para que así recibamos el perdón eterno de nuestros pecados.

Estas son grandes noticias, porque Cristo nos sigue alimentando a nosotros, nos sigue proveyendo para que no tengamos que pensar que necesitamos buscar nuestra propia comida, y lo hace de dos maneras.

Un menú completo, con entrante, principal, vino y postre. Primero, nos alimenta espiritualmente, con su palabra, con el entrante de escuchar que nuestros pecados son perdonados. Y luego el plato principal es su Eucaristía, en donde nos da su cuerpo y su sangre, su presencia real, física y espiritual, para el perdón de nuestros pecados, y el postre es todo lo que nos provee diaria y abundantemente para sostener este cuerpo.

Nuestro Señor nos ha sostenido a lo largo de todos estos meses con el entrante de su palabra. Y Pronto; vendrá el plato principal, lo que tanto hemos estado esperando, poder comer y beber el cuerpo y sangre de Cristo, el alimento para la inmortalidad.

Los hombres en nuestro evangelio quedaron satisfechos y sobro 7 canastas; porque así es la sobre abundancia de la gracia de Dios, que no es un poquito por poco tiempo, sino que dura para siempre.

Hoy no puedo prometerte que, al llegar a tu casa, tendrás un banquete de película, pero si puedo prometerte que al llegar al fin tu vida, vas a poder disfrutar del banquete que Cristo te ha preparado, puedo prometerte que pronto, podremos disfrutar del banquete de nuestro Señor, aquí, en nuestro lugar de reunión.

Mientras tanto, sigamos contemplando los dos cuadros que tenemos aquí el día de hoy y veamos algo que no vimos antes; en ambos, esta el hijo de Dios, tanto en la abundancia como en la escasez, sosteniendo nuestra mano y haciéndonos confiar en Él. Cristo no te abandona, ni te desampara porque su compasión y misericordia nos sostendrán hasta el fin de los tiempos. Cristo esta pintado el cuadro de la eternidad, en donde estaremos siendo saciados por el gran banquete de la cena de la boda del cordero, eso es lo que esperamos y en eso confiamos y por tanto, decimos: Maranatha – Ven Señor Jesús, ven Pronto. Amén.

Que la gracia de Dios que sobrepasa todo entendimiento humano guarde sus mentes y corazones en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.

Categories SERMONES | Tags: | Posted on julio 29, 2020

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