Sermón del 26 de enero

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“…Paz sea sobre esta casa.” Lucas 10.5b

Estamos viviendo momentos difíciles, el mundo esta convulsionado y con tan solo 26 días de que empezó 2020, vemos en el mundo: Amenazas de Guerras, Terremotos, Sequias, Inundaciones, virus que amenazan la vida, hambre, escasez, malos gobiernos, hombres pensando solo en sí mismos. Y nos preguntamos: ¿Cuándo acabara todo esto? ¿Cuándo tendremos Paz? ¿Cuándo tendremos un día en que prenderemos la TV y en el noticiero no escucharemos cosas nefastas y trágicas?… La respuesta es, Cuando Cristo venga por segunda vez a juzgar a las naciones. Pero todo esto, dice las escrituras, es necesario que suceda:

Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre… Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. Mt 24.6-9,11-14

Hoy, celebramos la festividad de San Tito, pastor y confesor de la Iglesia. Y se preguntaran ¿Por qué? Y este es un lindo día durante la Epifanía para escuchar de cada una de las lecturas, que nuestro Dios no nos ha dejado solos en medio de este mundo, sino que ha enviado a sus Hijos de Paz, ha dejado a sus ministros para que anuncien a este mundo convulsionado su evangelio de Paz. Paz que no es de este mundo, Paz que en medio de las dificultades nos hace recordar que estamos de paso en esta tierra y aunque pasemos por tribulaciones, nada podrá separarnos del amor de Dios.

Es por eso, que el mismo Cristo, llama a su Iglesia, a orar al Señor de la Mies a que envíe Pastores fieles al evangelio para cuidar del rebaño. Y también amonesta a los pastores a ser retenedores fieles de la Palabra. Pero, desde sus inicios, la iglesia de Cristo se ha visto tentada por Satanás, el engañador, que usa los deseos caídos de nuestra carne, usa la duda, para hacernos caer.

Somos reflejo de nuestros padres originales, que querían “ser como Dios” y al querer ser como Dios, lo estamos rechazando para ponernos por encima de Él, y al hacer esto, rechazamos su Palabra, y al rechazar su palabra, rechazamos a aquellos que Él ha enviado, y cuando rechazamos a aquellos que Él ha enviado rechazamos a aquel que luego de haber fijado su mirada a Jerusalén, su mirada a la Cruz envía a sus obreros a predicar la palabra fiel.

Jesús ya sabía a donde se dirigía, a librar la batalla para darnos salvación, a cargar la ira de Dios sobre Él para dar Paz a todos aquellos que creen en Él. Por eso, la paz de Dios no puede reposar en la casa de los infieles, y esto es así, porque cuando hablamos de Paz, directamente estamos hablando del perdón de los pecados, y un incrédulo no cree que necesita ser perdonado por Dios, porque no cree en Dios y está bajo la ira y el castigo Dios por causa de su pecado, esto es sinónimo de no tener la Paz de Dios y por eso, Dios dio la promesa del Salvador.

Porque sabía que el corazón humano buscaría cualquier cosa que lo lleve devuelta a la ley, es lo que Roma hace con “el sacramento de la Penitencia”, es lo que los reformados hacen con “muéstrame los frutos de tu arrepentimiento”, inventan leyes en donde solo debería de esta Cristo. Pero Cristo no es suficiente para nosotros, nuestro ser desea poder ser actor principal en la salvación y se deja lejos a Cristo y su manifestación como EL SALVADOR DEL MUNDO. Nos hemos alejado ya de Belén y nos acercamos ahora a Jerusalén, nos alejamos de la nochebuena para acercarnos poco a poco al viernes santo.

Es por eso, que no hay que dejarse engañar por palabrerías falsas que puedan decirte – lo hermanos de Berea verificaban las enseñanzas del Gran Apóstol Pablo con las escrituras- y así debes hacer tú, iglesia de Cristo, ir a las escrituras y ver si tus pastores predican el evangelio puro.

Si no es así, amonéstenlos, si son fieles, agradece a Dios por Él y pide que se mantenga firme en la verdadera fe.

Porque es esa predicación la que nos lleva a reconocernos, a saber que somos pecadores y todo lo que esta pasando en el mundo es porque hemos apartado la vista de Cristo. Hemos permitido que Satanás haga lo que quiera con nosotros. Hemos dejado que entre al rebaño. Pero ese evangelio de Paz de Cristo lleva a ese corazón atormentado por sus pecados a reconocer que tiene un salvador que murió para darme salvación y vida eterna.

Eso es a lo que Dios me ha llamado, a predicar su evangelio eterno, a perdonar tus pecados, a conducirte de las aguas bautismales –donde el cielo se abrió de par en par para ti y te dio acceso al cielo- al púlpito, donde escuchas ahora esas mismas palabras “Hijo amado”, porque en Cristo, eres hijo de Dios, y ser hijo de Dios es estar en Paz con Dios, es haber recibido la paz y esa paz ahora reposa en ti.

“…Paz sea sobre esta casa.” Lucas 10.5b.
Y es lo que recibirás ahora en el altar, en donde, no hay ley que te diga “debes ser digno para estar aquí” sino que la dignidad la ha ganado Cristo, y es aquel que te hace creer a ti, Iglesia redimida, en esas palabras, “por vosotros dado, por vosotros derramado”. En su cuerpo que cargo la ira de Dios, ahora tenemos paz, en su sangre, que ha sido derramada por ti, Cristo te rescato de las garras del diablo, el mundo y el pecado.

Por eso, la mejor preparación es escuchar la palabra fiel apostólica predicada en la Iglesia de Cristo, es instruirte en las verdades del Catecismo, y aprender como un niño, todos los días, lo que Dios nos ha dejado en su Palabra.

Mira a tu alrededor, ve a cada uno de los redimidos de Cristo, todos están reunidos escuchando la palabra de verdad, la palabra que te lleva al cielo. Su evangelio se está predicando aquí, lo que significa que “su reino esta en medio de nosotros” “y que ya estamos presenciando el fin del mundo” pero aun esperamos la consumación de los tiempos, en la venida de Cristo.

Caos vamos a encontrar en el mundo, Guerras, Terremotos, Sequias, Inundaciones, virus que amenazan la vida, hambre, escasez, malos gobiernos, hombres pensando solo en sí mismos. Sufrimientos también, pero esto es una de las marcas de la iglesia de Cristo; así que quiero que sepas algo: “no hay prueba que no sea humanamente posible de soportar, y junto con la prueba viene la salida”

No te preocupes por las cosas que están pasando y no veamos que la paz de Dios este en medio de nosotros. Todo esto es necesario que pase, para que el evangelio sea predicado más y más en toda su pureza, para que la gente siga aferrándose a Cristo, para que su reino siga viniendo a ti, porque Dios te ha dado su santo espíritu y te da de su gracia, aquí, en su iglesia, en el servicio divino, entregándote el perdón de todos tus pecados y preparándote para lo eterno.

Fíjate como toda la liturgia es la entrega de esta paz. Su reino viene cuando su nombre es invocado y viene el mismo a perdonarnos (darnos paz) clamamos por el mundo y Dios contesta con la encarnación de su hijo en la palabra, que nos trae su Paz, luego confesamos la fe en ese Dios de Paz y oramos por la iglesia de Cristo y es respondida esa oración en la eucaristía, donde Dios nos da su Paz en el cuerpo y sangre y nos envía en PAZ al mundo. Y ¿Cuál es la ultima palabra de Dios para con nosotros en la liturgia? PAZ.

Estamos conectados con la Paz de Dios y damos gracias a Dios porque nos ha visitado el día de hoy nos ha concedido esta Paz, que nos prepara para lo eterno.

Por tanto, iglesia de Cristo, agradece a ese único Dios y sabio Dios, que es capaz de seguirte dando su Paz en medio de las dificultades, para que te presentes sin manchan delante de su trono. A él sea toda la gloria, honra, poder y autoridad, por los siglos de los siglos. Amén.

Y que su paz que sobrepasa todo entendimiento humano guarde tu mente y corazón en Cristo Jesús, nuestro Señor. Amén.

Categories SERMONES | Tags: | Posted on enero 28, 2020

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