Sermón del 15 de diciembre

Nuestro Consuelo es Cristo

Mateo 11.2-11

¡Alégrate en el Señor, hijo de Dios! ¡Porque tu salvador ha venido a visitarte el día de hoy! Esta semana hacemos una pausa en el tono penitencial de la temporada, para alegrarnos junto con Juan y toda la Iglesia por lo que el hijo de Dios ha venida a hacer por nosotros.

Seguimos en la preparación, porque cada día que pasa nos acercamos cada vez más a la navidad, a celebrar que nuestro Señor, Cristo Jesús, se hizo hombre para cargar con todos nuestros pecados. Este es un mensaje de consuelo para muchas personas, pero también de tropiezo para otras; porque no es sencillo oír este mensaje, y más cuando la gente piensa que sus “vidas son un total desastre”.

¿Has estado alegre en medio de algún tipo de problema financiero? O ¿Has estado alegre cuando muchas cosas en tu vida van mal? o ¿Cuándo te falta trabajo? o ¿Cuándo te falta la comida? O ¿Cuándo te falta el cariño de la familia? O ¿Cuándo hay crisis con tu pareja? O ¿Cuándo sabes que se acercan las fiestas y recuerdas todo lo que has perdido durante este año? O ¿Cuándo estas lejos de tu casa y tu familia? La vida es difícil. Y la pregunta sobre ¿Por qué a mí me pasan estas cosas?, es muy común, y más cuando son cosas “malas” porque cuando son buenas, estamos alegres con eso.

Pero es en medio de estos pequeños altibajos de la vida que Dios muestra su gran poder y gloria pero no precisamente para sacarnos de ellos, sino para acompañarnos en nuestro difícil caminar en este desierto de la vida. Ya que Dios se preocupa por ti y por Mí, porque “Dios ha venido a visitar a su pueblo, con su Salvación”.

Y es así como Juan nos muestra esta gran verdad, apuntando al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y predicando y enseñando la verdad del evangelio. Predicando Ley y Evangelio, Ley que lo llevarían a denunciar el pecado grave del rey Herodes que había tomado la mujer de su hermano, Herodías, y ahora vivía con ella.

Esta verdad llevo a JB a estar en la cárcel, pero aun así en medio de sus propios problemas escucha que su primo, Jesús, el Salvador del mundo, el mismo que él había reconocido desde el vientre de su madre y había saltado de la alegría de tener a su salvador, estaba en Galilea.

Juan, sabía quién era Jesús. Pero en medio de su tribulación, manda a preguntar ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otros? Hay dudas en esta pregunta de Juan, porque muchas veces, y más en las dificultades, el ser humano necesita que su fe sea ratificada, que su fe sea confirmada y fortalecida. Y esto no sucede por causa de nuestros sentimientos, de lo cercano que pueda sentirme a Dios el día de hoy. Porque en medio de una cárcel, sabiendo que vas a morir ¿Cómo Juan o cualquiera puede sentir que las cosas irán bien? ¿tu sentirías tranquilidad sabiendo que tu muerte esta cerca? Para Juan, su alegría de saber que su Señor está cerca simplemente sucede porque OYE y confía en las promesas de Dios. Y nosotros nos alegramos también cuando oímos las cosas que el Salvador ha hecho por nuestra causa, y todo lo que promete para ti.

Pero hay que entender que esta alegría que experimentamos los cristianos es una alegría que viene del Evangelio, no es una alegría que viene de adentro de nosotros, no es un sentimiento que produce nuestro corazón, sino es una alegría que viene de Cristo, de la Cruz del Calvario. Porque nuestros verdaderos sentimientos están caídos en pecado. Todo lo que sale de nuestro corazón pecador es engañoso y nos lleva a poner la confianza en cosas que hoy están y mañana desaparecen. Los sentimientos son Efímeros.

Nuestra propia carne está en un gran conflicto y hará cosas que nos alejaran de Dios. Aparecerán muchas cosas que nos harán dudar de Dios, de su nombre, que significa “Salvador”, nos hará dudar de la alegría que viene de la Cruz y nos robaran ese consuelo, ya que ¿cómo ese pobre hombre sufriendo en una cruz me da salvación?, nos hará dudar de su palabra y hasta querrá quitarnos el “evangelio eterno”. Estamos presos por causa de nuestros pecados; así que recuerda: “toda carne es hierba” y ¿qué pasa con la hierba? se seca y muere. Así pasa con nuestra carne, y es una lucha constante. Por eso, Juan vuelve a apuntar a sus discípulos a la fuente de toda seguridad, porque JB sabía que ya su hora estaba cerca y que iba a empezar a crecer el Mesías prometido.

El último profeta del A.T. dio testimonio de la verdad, y murió por esa verdad, pero antes de morir su fe fue confirmada. Por el testimonio del mismo Jesús.

Fue en medio de su prisión donde JB pudo escuchar ese evangelio que dura para siempre, y ese mismo evangelio que escucho JB fue el que escucho Esteban, fue el que escucho Pablo, fue el que escucho Lutero y que tu estas escuchando, ese evangelio que abre los cielos de par en par y nos permite ver a nuestro Salvador y confirmar la fe en la alegría de la Cruz.

Porque es la palabra de Dios quien nos llama a confiar en Cristo. Es la palabra que nos apunta a Cristo.

Dudas, temores, falta de fe, es parte de la vida cristiana. Pero cuando te “sientas de esa manera” desespera de ti mismo y de tussentimientos; sal de tu propia carne pecadora y ve a Cristo, revístete en arrepentimiento, como era la predicación de JB “arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado”, y este se ha acercado en la persona de Jesús.

¡Alégrate en el Señor, hijo de Dios! ¡Porque tu salvador ha venido a visitarte el día de hoy! Ha venido a mostrarte lo bueno que es Él, así que diles a todas las personas lo que ves y oyes: “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio”; Porque el Cristo prometido ha establecido ya su Reino, y está restaurando su creación.

La ha redimido y ahora toma todas nuestras maldades y las cambia. Toma nuestra ceguera espiritual y nos da la fe, toma nuestra cojera y ahora nos hace andar rectos, toma la lepra del pecado y nos limpia, nuestra sordera y ahora nos hace oír el evangelio. Y por medio de ese evangelio nos sigue llamando de entre los muertos. Por eso, los que confían en el Señor no serán defraudados jamás.

Porque tenemos un Dios fiel. Un Dios – como dice Lutero- que cuando “nos faltó todo consejo, auxilio y consuelo… su Hijo único y eterno de Dios se compadeció de nuestra calamidad y miseria con su insondable bondad descendió de los cielos para socorrernos. Y, entonces, todos aquellos tiranos y carceleros fueron ahuyentados y en su lugar vino Jesucristo, un señor de vida y justicia, de todos los bienes y la salvación, y nos ha arrancado—pobres y perdidos hombres—de las fauces del infierno, nos ha liberado y devuelto a la clemencia y gracia del Padre, nos ha puesto bajo su tutela y amparo, como cosa suya, para gobernarnos con su justicia, su sabiduría, su potestad, su vida y su bienaventuranza.” (CMa II. p 441.30)

El reino de Dios ha llegado, y el fin de los tiempos, como los profetas habían dicho, se ha cumplido en la persona de Cristo. Hoy, en esta temporada de Adviento, nos alegramos porque Cristo vino por primera vez y nos ha dado perdón, nos preparamos hoy para recibirlo, en su palabra, como lo hacemos ahorita, y para recibir sus sacramentos. Es aquí es donde Dios ha prometido estar para entregarnos el perdón. Y es en su Cena. La cena para la inmortalidad, en donde experimentamos el fin de los tiempos el día de hoy. Donde Cristo ha venido y tomado todos mis pecados, tomado mis tristezas y ahora me hace alegrarme en Él y vivir para Él. Dios nos ha visitado y nos sigue predicando a cada uno de nosotros, los pobres en espíritu, su evangelio eterno, ratificando la fe que nos ha dado.

Porque Dios sabe que necesitamos ver, necesitamos oler, necesitamos comer y nos ha dejado sus medios donde nos entrega su gracia. Gracia ganada por Cristo en la cruz. En el agua, en el comer el pan y tomar el vino, en escuchar las palabras de absolución, es donde Dios nos llena de SU alegría. Alegría que el mundo no nos puede dar.

¿Quién puede, entonces, alegrarse en medio de los sufrimientos de la vida?, solo el cristiano, solo aquel que confía plenamente en Cristo, quien sabe que Cristo le ha dado perdón, que ha cargado con sus pecados y les da vida y salvación. No es fácil. Pero como cristianos morimos a nuestro propio orgullo, a nuestra propia carne, dejamos atrás todo y nos humillamos así como Cristo se humillo por nosotros para darnos perdón.

Cristo es lo único que necesitamos para poder vivir esta vida y la venidera. Somos aquellos que como JB, que aun en medio de la cárcel vemos a Cristo y esperamos en Él, confiando en que la salvación ya es nuestra por causa de Cristo. Y esto nos enseña que no hay nada en esta vida que pueda separarnos de su amor, porque todo lo que sucede, sucede para bien de sus hijos.

Ya que Jesús, el Salvador, nos salva cada vez que escuchamos el evangelio, que es el poder de Dios para la salvación de todos los que creen.

Así que: ¡Alégrate en el Señor, hijo de Dios! ¡Porque tu salvador ha venido a visitarte el día de hoy!

Y di junto con la Iglesia de Todos los Tiempos: ¡Maranatha!, ven, Señor page5image492735456Jesús, ven Pronto. Amén.

La paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento humano, guarde sus mentes y corazones en Cristo Jesús page5image534049568, nuestro Señor. Amén.

Categories SERMONES | Tags: | Posted on diciembre 17, 2019

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