Sermón del 1 de diciembre

El primer domingo de Adviento
¿Por qué el pollino? Mateo 21:1-9

Una conversación, entre una docena de amigos, en la primavera de un año particular, en una aldea a corta distancia de Jerusalén.

“Oye, Bartolomé,” pregunta Tomás, mientras se va la luz del atardecer, “¿Sabes por qué Jesús nos envió para conseguir los asnos para que él pudiera montar en ellos y entrar en la ciudad esta mañana? Tengo algunas ideas, pero dudo que yo tenga razón… Siempre prestabas atención en la sinagoga mejor que yo. Ayúdame, porfa…”

Sonriendo en las tinieblas, Bartolomé responde: “Bueno, creo que el Maestro quería que la burra estuviera presente, para que el pollino fuera calmo y así le dejaría montarlo. Después de todo, nadie quiere ser echado al suelo, sabes, ni aun el Hijo del Hombre.”

“Basta ya, Tolo” replica Tomás, “Yo sé suficiente de los asnos. Y tú sabes muy bien que esto no es mi pregunta. Estoy intentando entender lo que significa. Todo lo que pasó esta mañana me hace pensar en muchas historias de la Escritura…

… como la promesa en Zacarias, que el nuevo Rey de Sion vendría a ella montado en el pollino de una asna. Además, esta mañana la gente gritaba, “Hosanna al Hijo de David,” así indicando que pensaban ellos lo mismo. ¿Pero cuáles de los relatos sobre Sion tienen que ver con lo que pasó hoy? No puede ser que toda la Escritura sea conectado a esta mañana, ¿correcto?

“¿No lo puede ser? ¿Por qué no?” responde Bartolomé, “Venga, Tomi, no debes dudar la Palabra de Dios. ¡No seas incrédulo, sino creyente! Si hay una cosa que Jesús nos enseñó durante los últimos tres años, es que toda la Escritura, los libros de Moisés, los Profetas, los Salmos, todo habla de Él.”

Mateo estaba entrando en sueño en un rincón de la casa en Betfagé, pero intenta despertarse. “Esto podría ser interesante,” dice a sí mismo, “debería tomar notas, esta conversación podría ser útil, cuando escribo mi biografía de Jesús. Podría haber unos detalles muy interesantes.” Mateo se apoya en un codo para escuchar.

“O.k., Tomás,” dice Bartolomé, tomando el tema con su amigo, “considerémoslo. ¿En cuáles otros relatos de la Escritura estás pensando?”

Tomás piensa un momento. “Bueno, hay muchas historias con asnos. La primera que me viene es de Abraham e Isaac, subiendo el monte Moriah, con un asno cargado con la leña para el fuego del holocausto. Pero no estoy seguro de que esta historia encaje con lo que pasó esta mañana…”

De repente Santiago, el hermano de Juan, entra en la conversación: “Espero que esto no sea la conexión. Va a ser una semana malísima si Jesús está cumpliendo lo que casi ocurrió allá, el sacrificio del único hijo, el hijo de la promesa… Pero es cierto que el monte Moriah es donde se construyeron Jerusalén, y Jesús nos dijo que venía aquí para ser arrestado y matado. Yo esperaba que Jesús no fuera serio, que el Señor estuviera hablando en metáforas. No puede ser que Jesús esté cumpliendo lo que Abraham proclamó: El Señor proveerá el sacrificio. ¿O pudiera ser así?”

Jacobo, el hijo de Alfeo, empezó de hablar: “Volvamos a la cuestión de la asna y el pollino. Sé que la presencia de la madre supuestamente calme al pollino. ¿Pero quién pensaba, como yo, que este desfile iba a terminar muy mal?” El primer jinete de su vida, y el pollino, con toda tranquilidad, lo deja sentar, como si ya conociera a Jesús…

“Bueno, supongo que el burro de Balaam no sea el único que es más inteligente de lo que parece,” ofrece Bartolomé. “Todavía, me gustaría que el pollino pudiera hablar, para contarnos que pensaba, como Dios permitió hablar el burro de Balaam. Creo que los animales reconocen mejor que nosotros la presencia del Señor y sus ángeles, así no debe sorprendernos que Él que puede andar en la superficie del agua puede también calmar un pollino nunca domado. Pero, para volver a textos, hoy la gente saludó a Jesús como el Hijo de David. Esto me recuerda de como el Rey David montaba en una mula.”

“Oye, Tolo, soy un simple pescador, y todo esto acerca de la ganadería me confunde. Dime otra vez, ¿qué es la diferencia entre un asno y una mula?” Nadie lo decía en voz alta, pero las bromas tontas de Simón Pedro siempre les hacen preguntar por qué Jesús quiso hacerle un líder entre ellos.

Ignorando a Pedro, Bartolomé continúa: “El profeta Zacarías seguramente hacía referencia a Salomón, el hijo del Rey David, él que David puso en su propia mula para entrar en Jerusalén, para que todos supieran quién era su heredero legítimo… ¿Puede ser que Jesús fue reclamando esto sobre sí mismo hoy? Al menos, es lo que la gente entendió, cuando le saludó como el Hijo de David.”

“Pues entonces, el Maestro está intentando producir su propia muerte,” dice Tomás con pesimismo. “A los romanos no les van a gustar oír esto, y sin duda los sacerdotes van a informarlos.”

Después de un largo silencio Bartolomé añade: “¿Notasteis que entramos a Jerusalén desde el este, desde el Monte de Olivos? ¿O como Jesús, enfureciendo a los fariseos, permitió que la gente ofrecerle adoración, mostrando que el lugar correcto del culto es a sus propios pies?”

Todos los discípulos ya están despertados, y diferentes voces ofrecen aportes: “Sí, igual como hizo con los ciegos en Jericó.”

“Y el samaritano leproso.”

“La madre cananea.”

“O hace tres años, con Simón Pedro, después de la pesca milagrosa, en el día que Jesús le llamó a convertirse en un discípulo.”

Pedro no tiene ninguna broma sobre esta memoria.

“Bueno,” continúa Bartolomé, “también estoy recordando como el profeta Ezequiel describe la salida del SEÑOR desde su Templo, por la puerta este, en camino al Monte de los Olivos… Luego Ezequiel prometió que la Gloria del SEÑOR volverá a su Templo, desde el este, desde el Monte de Olivos. ¿Y qué hizo Jesús justo después de su entrada en la ciudad? Fue directamente al Templo y lo purificó, echando afuera a los que vendían y cambiaban dinero en el patio de los gentiles.”

“Otra vez,” murmura Tomás, “Él está buscando la muerte.”

“No estoy seguro de eso,” dice Bartolomé terminando su idea, “pero si Jesús es de verdad el Hijo de Dios, como ha dicho Pedro, ¿no sea cierto que esta mañana cumplió esta profecía de Ezequiel, volviendo a su Templo desde el este, desde el Monte de Olivos?”

“¿Pero si Jesús es el nuevo Rey David, por qué no está formando un ejército?” Simón, el otro Simón, el zelota, se une a la conversación. “En vez de preparar una revolución, Jesús va a todas partes, sin arma, sin protección, asumiendo grandes riesgos. Es constantemente desafiando a los fariseos, y a los sacerdotes, dándolos más que suficiente evidencia para denunciarlo a los Romanos. No lo entiendo.”

Simón el zelota simplemente no puede comprender la idea de que Jesús está inaugurando un reino, como había dicho una y otra vez, así enfureciendo a los poderes actuales, pero al mismo tiempo, no prepara su propia fuerza armada. La verdad es que ninguno de los discípulos pueda entenderlo. Todavía no…

La lectura tradicional del Evangelio para el Primer Domingo de Adviento siempre ha sido el relato de la entrada de Jesús en Jerusalén en el Domingo de Ramos, cinco días antes de la Crucifixión. Entramos en la temporada de Adviento, la preparación para la Navidad, no con los antecedentes del nacimiento del Cristo, sino con el inicio de la Semana Santa. Esta cronología siempre nos parece extraño, porque como criaturas atrapadas en el tiempo, solemos pensar en un acontecimiento tras otro, en sucesión ordenada.

Pero Dios no está controlado por el tiempo. Y cada vez que Él viene, (adviento significa llegada o venida), cada adviento de Dios comparte similitudes. La llegada del Santo Dios siempre da temor a los pecadores, pero luego hay regocijo, entre los temerosos que escuchan y creen la buena noticia de su amor perdonador. Los advientos de Dios a lo largo de toda la Escritura también entrelazan profecía, monarquía divina, y sacrificio sacerdotal, como hizo Jesús en su entrada en el Domingo de Ramos.

Jesucristo es de verdad el cumplimiento de todo el Antiguo Testamento.

Los Advientos de Cristo, en el Antiguo Testamento, en su concepción, su nacimiento, el inicio de su ministerio en su bautismo, todos estos eventos comparten similitudes… similitudes como el llamamiento al arrepentimiento y a la fe, el llamamiento que el Espíritu de Cristo siempre proclama. Una y otra vez, el Espíritu nos llama a arrepentirnos de nuestros muchos pecados, incluyendo nuestras ideas equivocadas sobre la manera con que Dios debería venir a nosotros. El Espíritu nos llama a arrepentirnos de nuestros pensamientos, palabras y obras pecadores. Arrepiéntete, y luego confía en la promesa de perdón gratuito y comunión con Dios, en y por Cristo Jesús. Confíala, aunque no puedes entender completamente la forma en que cada detalle está conectado.

Creemos porque sabemos que en el centro de cada relato bíblico hay una conexión a la Cruz, desde el Monte Moriah, dónde Abraham fue para sacrificar su único hijo, al pesebre de Jesús, donde reclinó el Verdadero Sacrificio; desde el burro de Balaam, que anunció la verdad de Dios a los ángeles enviados a los pastores, trayendo buenas noticias para todo el rebaño de Dios.

Entramos hoy en el Adviento, anticipando la celebración de la llegada de Jesús como hizo hace dos milenios en Belén, y en el Domingo de Ramos, en rumbo al Sacrificio Final. Y también hoy, cuando él viene en Palabra y Cena. Mientras tanto, esperamos el día, tal vez mañana, cuando Cristo vendrá de nuevo, plenamente revelado en gloria, para llevar sus fieles a su reino, lo que es perfecto, gozoso, glorioso y eterno.

Claramente esta conversación entre los discípulos viene desde mi imaginación. Pero las conexiones en la Palabra de Dios son ciertas, y son solamente una parte de la historia. Oremos que este Adviento y Navidad Dios nos conceda crecer más y más en el entendimiento de y confianza en Jesús, y su amor perdonador. Él es nuestro Rey venidero, acercándose a nosotros con sanación, misericordia, paz y alegría, para ti, y para todas las personas, los verdaderos regalos de la Navidad, que ya son tuyos, hoy…

“Oye,” murmura Tomás, mientras los otros se dormían, “¿Pensáis que María fue montada en un asno, cuando viajaba a Belén con José? Alguien debería preguntarla. Sería otra conexión muy chula…” Pero nadie escuchó a Tomás, y en realidad no sabemos si la madre del Señor viajó en un asno.

La Biblia no nos da este detalle, pero tenemos todos los detalles importantes para la salvación. Por lo tanto, esperamos en confianza y paz porque sabemos que algún día podemos preguntar a Jesús mismo en persona cuando el viene de nuevo para llevarnos a su hogar celestial.

Ven, Señor Jesús, ven. Amén.

Categories SERMONES | Tags: | Posted on diciembre 3, 2019

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