Una mirada al Catecismo Mayor de Lutero

Primer mandamiento

Por el Rev Alisson Henn

Martín Lutero elaboró el Catecismo Mayor (inicialmente llamado Catecismo Alemán) en 1528, poco después de predicar sermones sobre las principales partes de la Escritura. Se dio cuenta de la necesidad de que las personas conocieran más estas doctrinas, que para el cristiano son lo mínimo que se debe conocer.

Además, observó que muchos predicadores y pastores eran negligentes en la enseñanza y despreciaban el oficio de instrucción. Comenta que “unos por causa de su gran y sublime erudición; otros, sin embargo, por mera pereza y solicitud por el estómago… es decir, glotones y servidores de su propio vientre… con justicia, serían mejores como porqueros que como curas de almas.”

De manera más abarcadora que el Catecismo Menor, repasa las principales doctrinas para los adultos, para que ellos también puedan enseñar a sus hijos (Dt 6.7-8). Lutero aún dice que, por más que sea doctor en las Sagradas Escrituras, continúa diariamente leyendo y pronunciando palabra por palabra del Catecismo, es decir, el Padre Nuestro, los Diez Mandamientos, el Credo y algunos de los Salmos. Hacía esto porque consideraba el Catecismo un resumen de la propia Palabra de Dios. Estudiar y meditar en la Palabra de Dios es una ayuda poderosa contra el diablo, el mundo y nuestra carne.

Catecismo de Lutero

Al inicio de su escrito, Lutero comienza explicando los mandamientos de Dios, no porque estos puedan traer salvación, pues la salvación es exclusivamente por la fe en la obra de Jesús (Rm 1.16; Rm 6.23; Ef 2.8,9). Sin embargo, la ley sirve como un freno, impidiendo que nuestra carne haga todo tipo de acciones y maldades; sirve como un espejo, mostrando que no podemos cumplir estos mandamientos perfectamente y que necesitamos a Jesús, pues solo Él cumplió perfectamente toda la ley. Además, los mandamientos muestran una norma de cómo los cristianos deben vivir sus vidas (1 Co 9.27; Rm 7.7; Sl 119.9).

Podemos afirmar que el primer mandamiento es el más importante, pues dice: «No tendrás otros dioses delante de mí.» Sin embargo, también podemos afirmar que es el más difícil. Dios está pidiendo que lo pongamos a Él por encima de todas las cosas, incluso por encima de nuestro egoísmo, dinero o familia. Todo aquello que toma el lugar de Dios es considerado un ídolo. Los ídolos nos llevan a la perdición y nunca ofrecerán lo que Dios nos da: perdón, vida y salvación.

Por eso, Lutero afirma en su catecismo: «Dios es aquel de quien debemos esperar todos los bienes y en quien debemos tener amparo en todas las necesidades. Por consiguiente, ‘tener un Dios’ no es otra cosa que confiar y creer con todo el corazón. Como ya he dicho repetidas veces, solo la confianza y la fe del corazón pueden crear ambas cosas: Dios o un ídolo. Si la fe y la confianza son justas y verdaderas, entonces tu Dios también será verdadero y justo. Por el contrario, donde la confianza es errónea e injusta, entonces no está el verdadero Dios allí. La fe y Dios son inseparables. Aquello en lo que tengas tu corazón, digo, aquello en lo que confíes, eso será propiamente tu Dios. Por consiguiente, tenemos aquí en qué consiste el verdadero honor y la adoración que agrada a Dios, que, además, lo ha mandado, bajo el castigo de sufrir su ira eterna. Es decir, que tu corazón no conocerá otro consuelo ni otra confianza, sino en Dios; no se dejará apartar de ello, sino que, al contrario, se atreverá y hará pasar a segundo plano todo cuanto en el mundo existe.»

Adoración al Becerro de Oro — Éxodo 32 — Martín Lutero — Enquiridión

Dios quiere ser un padre amoroso para sus hijos, el único Señor de nuestras vidas, y quiere que esperemos en Él todo lo que es necesario para nuestras vidas. ¡Pero qué difícil es cumplir este mandamiento! Cuando los sufrimientos aparecen en nuestras vidas, cuando las dificultades y las luchas surgen, muchas veces nuestra reacción es buscar respuestas inmediatas y resolver todas las cosas a nuestra manera.

Dios, a través de sus mandamientos, quiere recordarnos que Él es un Dios presente, misericordioso y amoroso. Dios quiere recordarnos, cuando meditamos diariamente en sus palabras, que Él es el único y todopoderoso Creador y Redentor. Por eso el salmista dice: “Entrega tu camino al Señor, confía en él, y él hará lo demás” ( Sl 37.5).

Hermanos, así como Lutero, podamos siempre meditar en las palabras de Dios y poner en nuestros corazones y mentes que Dios es el único Señor y Salvador, y solo de Él viene todo nuestro bien y sustento, pero, sobre todo, nuestra salvación.

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El Rev Alisson Henn es Licenciado en Teología por la Universidad Luterana de Brasil (ULBRA), 2014, Canoas, RS. Postgrado en Teología y Pastoral de la ULBRA (2016). Estudiante de maestría en el Seminario Concordia. Pastor de la IELB (Iglesia Evangélica Luterana do Brasil) y Misionero Alianza en Madrid, España.

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