Lo que creemos sobre...

En nuestra iglesia luterana, los sacramentos son medios sagrados en los que Dios nos ofrece su gracia y perdón. A través del Bautismo, la Santa Cena y la Absolución, recibimos, con fe, el perdón y la fortaleza que necesitamos para nuestra vida cristiana.

Los sacramentos

Los sacramentos son actos sagrados establecidos por Dios, que unen su palabra a elementos como el agua, el pan y el vino. A través de ellos, Dios nos perdona nuestros pecados.

¿De dónde viene la palabra sacramento?

La palabra «sacramento» no aparece en los textos originales de la Biblia (en hebreo, arameo o griego). Fue San Jerónimo quien, al traducir la Biblia al latín (la Vulgata), usó la palabra «sacramentum» para traducir la palabra griega «mysterion«.

¿Cuántos sacramentos hay?

La Confesión de Augsburgo no establece un número exacto de sacramentos. Sin embargo, la tradición luterana, tal y como se recoge en nuestro catecismo, considera que el Bautismo y la Santa Cena son los principales sacramentos. Lutero, en su Catecismo Mayor, añade un tercero: la Absolución, es decir, el momento en el que el pastor, en nombre de Dios, perdona nuestros pecados. Por eso, en muchas iglesias luteranas, como en Wittenberg, verás representados estos tres sacramentos: el Bautismo, la Santa Cena y la Confesión.
Sacramentos

¿Cómo se deben usar los sacramentos?

Los sacramentos se usan correctamente cuando nosotros, con fe, confiamos en las promesas que Cristo ofrece y otorga mediante ellos. “Fueron instituidos no solo como distintivos para conocer exteriormente a los cristianos, sino que son señales y testimonios de la voluntad divina hacia nosotros para despertar y fortalecer nuestra fe. Por esta razón, los sacramentos exigen fe y se emplean debidamente cuando se reciben con fe y se fortalece de ese modo la fe” (CA XIII 1 y 2). La fe no hace el sacramento, pero es solo mediante la fe que recibimos el beneficio que Dios promete para el sacramento. (Catecismo menor, p.292, Editorial Concordia, 2018)

Bautismo

El Bautismo no es un simple rito eclesiástico o un mero cumplimiento social para luego hacer una fiesta y olvidarnos de él. El Bautismo es un sacramento, ordenado por Dios, en donde crea la fe y nos otorga su gracia salvadora a toda la humanidad y dura toda nuestra vida. En pocas palabras, en el Bautismo inicia nuestra vida cristiana.

En el Bautismo, Dios viene a nosotros y nos revela su nombre: “Padre, Hijo y Espíritu Santo”, el verdadero Dios trino y también Cristo viene y pone su nombre sobre cada uno de nosotros, por eso nos llamamos “cristianos” pero también, el Padre nos adopta como sus hijos amados.

Bautismo
Imagen de un bautismo
Bautismo de Jesús
Bautismo de Jesús

Lutero va a describir el bautismo de la siguiente forma en el catecismo menor: “No es simple agua, sino que es el agua comprendida en el mandato de Dios y ligada con la Palabra de Dios.” Por eso, creemos que el Bautismo es un medio de gracia en donde recibimos perdón de pecados, vida eterna y salvación.

1 Pedro 3:21 “y esta agua simboliza el bautismo que ahora también os salva a vosotros; no la eliminación de la suciedad del cuerpo, sino la prenda de una buena conciencia hacia Dios. Os salva por la resurrección de Jesucristo”

Como iglesia, bautizamos a los infantes porque creemos que ellos entran en él “todas las naciones” y dado que en el bautismo, la obra es de Dios y no de nosotros, queremos recibir todo lo que Él ha prometido y que los demás puedan recibirlo. ¿Necesito la fe para recibir los dones del bautismo? Efectivamente, necesitamos la fe, pero es Dios quien otorga la fe para que todos los bautizados puedan aferrarse a sus promesas y puedan vivir toda su vida bajo el Bautismo.

Lutero escribió en el Catecismo Mayor: “El Bautismo infantil agrada a Dios” (CMA, p.473.50)

El Bautismo es un rito que se realiza una sola vez y para siempre (Ef 4.5-6), pero su marca en nosotros dura para toda la vida (Mt 28.20). Por esta razón, todos los cristianos que han sido bautizados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, no necesitan rebautizarse, sino que son recibidos como hijos de Dios en la Iglesia.

Referencias: Mateo 28:19, Tito 3:5; Marcos 10:14; Hechos 16:15, Hechos 22:16; 2:38; Marcos 16:16; Colosenses 2:12.

Bautismo de infantes
Bautismo de infantes

Si quieres saber más sobre esto o tienes curiosidad sobre la vida bautismal o si puedes bautizarte en nuestra iglesia, puedes escribirnos a info@luteranos.net colocando en el asunto “Bautismo” y haz tus preguntas.

Santa Cena

El sacramento de la Santa Cena, es el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, que están verdaderamente presentes en y con el pan y el vino, y son recibidos por todos los que comen y beben en la mesa del Señor.

En este sagrado sacramento recibimos del cuerpo y la sangre de Cristo, el perdón de todos nuestros pecados, somos fortalecidos en la fe y crecemos en amor ferviente el uno para con el otro. Debido a esto, la Iglesia Luterana Española mantiene la postura de la comunión cerrada, esto significa que solo aquellos que profesan la misma fe y tienen el mismo entendimiento de la Santa Cena, que han sido debidamente catequizados y confesado públicamente la fe, pueden participar del misterio de Cristo. Aquellos que no han pasado por todo este proceso y no han confesado su fe públicamente a la iglesia, no pueden pasar a recibir el cuerpo y la sangre de Cristo.

Santa Cena
Santa Cena
Retablo de Wittemberg Santa Cena

De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.

Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; más siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
1 Corintios 11.27-32

Existen diversas interpretaciones sobre la santa cena. La Iglesia Romana habla sobre la transubstanciación, teología racional que habla de que el pan deja de ser pan y se transforma en cuerpo, cambiando así su substancia, y el vino deja de ser vino para ser sangre. Los reformados hablan sobre un mero simbolismo, recuerdo, o también de una presencia, pero solo espiritual, porque el cuerpo de Cristo está en los cielos. Los Luteranos aceptamos lo que Cristo dijo: “Esto es mi cuerpo, esto es mi sangre” y también el Apóstol San Pablo dirá:

La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? 1 Corintios 10.17

El énfasis paulino es que hay cuatro elementos, dos terrenales (Pan y Vino), que están en comunión con dos elementos celestiales (Cuerpo y Sangre) y es el mismo énfasis que dará Lutero en el catecismo al decir: Cuerpo y Sangre “en, con y bajo” el pan y el vino. A esto nuestras confesiones lo van a llamar una “unión sacramental” en donde lo terrenal y lo divino se unen para otorgarnos su gracia.

Referencias: Mateo 26:26-28, 1 Corintios 10:16; 11: 23-29

Si quieres saber más sobre esto o tienes curiosidad sobre como poder comulgar con nosotros, puedes escribirnos a info@luteranos.net colocando en el asunto “Santa Cena” y haz tus preguntas.

Confesión y absolución

La confesión de pecados es admitir nuestras faltas, reconociendo que como pecadores merecemos el justo castigo por nuestros pecados, siendo perdonados por la obra de nuestro Señor Jesucristo a aquellos que se arrepienten de corazón.

A diferencia de la iglesia romana, nosotros no consideramos la “penitencia” como un requisito para luego poder recibir el perdón de los pecados. La confesión de pecados consta de dos partes: 1. Confesar tus pecados y 2. Recibir la Absolución de Dios, como nos dice la palabra de Dios en 2 Samuel 12.13 (para mayor referencia lee desde el cap. 11 en adelante).

Pero, ¿Qué pecados debemos confesar? Es imposible para los seres humanos conocer todos los pecados que se han cometido. Ante Dios, uno debe declararse culpable de todos los pecados, tanto los que conocemos como los que no (Sal 32.3,5; 19.12) y también somos llamados a confesar los pecados que atentan contra nuestro prójimo (San Mateo 5.23-24)

Existen 4 tipos de confesión de pecados, y a las 4 nos suscribimos:

Confesión directa a Dios

En donde vamos en oración a nuestro Dios y le pedimos perdón por los pecados que hemos cometido contra Él y su palabra.

Confesión pública

Es la confesión que hacemos en nuestros oficios divinos, donde confesamos públicamente que somos pecadores y luego escuchamos las palabras de absolución de boca de un pastor que está en lugar y por mandato de nuestro Señor.

Confesión al prójimo

Es la confesión que hacemos a aquellos contra los cuales hemos pecado, nos acercamos arrepentidos y buscamos reconciliarnos con ellos. En Mateo 5.23 tenemos este llamado y en Mateo 18 tenemos pasos para esta confesión.

Confesión Privada

Nuestra iglesia mantiene en alta estima la confesión privada, en donde cualquier miembro de la iglesia puede acudir a su pastor local y confesar sus pecados privadamente y pueda recibir la Santa Absolución.

En la confesión uno entrega a Dios todo lo que nos aleja de Él y recibimos su perdón. A esto Lutero lo llamó “el intercambio feliz”, donde yo le entrego mis pecados, dudas, angustias a mi Señor y, en cambio, Él me da paz, amor, perdón y tranquilidad. La Confesión privada es un espacio seguro, donde el confesante puede llevar sus pecados delante de Dios y recibir la santa absolución de forma personal. La confesión privada nos ayuda a luchar contra las tentaciones de la vida y afianzar la verdadera fe.

Si quieres saber más sobre esto o tienes curiosidad sobre como poder confesarte privadamente, puedes escribirnos a info@luteranos.net colocando en el asunto “Confesión” y haz tus preguntas.

La divina liturgia

El Culto Dominical o la Misa la llamamos “Servicio Divino”, “Santa Misa” o “Santa Eucaristía” porque nuestro Dios viene a nosotros con sus dones de gracia y perdón para servirnos.

Somos una iglesia que practica la liturgia tradicional, heredada de nuestros antiguos padres y que ha formado parte de la vida de la iglesia por siglos. En la Santa Liturgia, vivimos y aprendemos la vida de nuestro Señor Jesucristo, quien vino para rescatarnos del diablo, el pecado y la muerte. El Servicio Divino está estructurado alrededor de la palabra de Dios, quien nos habla en la predicación y en los sacramentos, y nuestra respuesta es confesar, alabar, adorar y dar gracias.

Toda la santa misa está centrada en el nombre de nuestro Dios Trino, quien es invocado (Mateo 28.19b) y está en medio de nosotros para darnos perdón. Luego de reconocer que Él está presente, necesitamos reconocer nuestros pecados (Salmo 32.5) para posteriormente recibir el perdón en la santa absolución (Juan 20.19-23).

Después de ser perdonada, la iglesia responde con cánticos de alabanzas para unirnos con los ángeles en el cántico angelical (Lucas 2.14, Juan 1.29) en donde reconocemos la encarnación de nuestro Señor. En este punto de la Liturgia reconocemos como dijo Juan: “el verbo se hizo carne” (Juan 1.14) y escuchamos la palabra de Dios que tiene su clímax en la lectura del Santo Evangelio, luego de escuchar las palabras de Cristo mismo, la iglesia responde con la confesión de fe que ha pasado de generación en generación (Credo) para luego escuchar la palabra de Dios explicada en el Santo Sermón.

En respuesta a la explicación de la Palabra de Dios, la iglesia ofrenda y ora, pidiendo a Dios por TODOS y por misericordia para que el mundo pueda convertirse y recibir los mismos dones que estamos recibiendo.

A continuación, el foco de la liturgia cambia. En la primera parte todo nos apuntaba a la encarnación de Cristo en su Palabra, ahora el énfasis principal será en su entrega expiatoria para el perdón de nuestros pecados (Santa Cena).

La Liturgia de la Santa Cena nos lleva junto con Cristo y sus discípulos al aposento alto, para recibir el cuerpo y la sangre de nuestro Señor. Si durante la liturgia de la palabra no había quedado claro que el cielo se unía a la tierra con la presencia del trono de Dios (invocación, gloria in excelsi) el Sanctus hará el énfasis pertinente “cielo y tierra están llenos de tu gloria”. Aquí recibiremos el don de Cristo, su verdadera presencia en medio de nosotros, y luego somos enviados en paz al mundo para anunciar las buenas nuevas que hemos visto y oído (Lucas 7.22).

Cristo sirviendo
La Santa Liturgia de principio a fin nos habla de Cristo. En este orden, tenemos un calendario litúrgico, para también seguir la vida de Cristo desde su nacimiento, hasta su muerte, resurrección y cómo gobierna a su iglesia por medio del oficio de la predicación. Te invitamos a que sigas navegando en nuestra web, donde podrás ver la Santa Liturgia y tendrás algunos otros recursos: Oraciones, Propios, Himnos, entre otros, para poder aprender.

Si quieres saber más sobre esto o tienes curiosidad sobre cómo participar del Culto Divino, puedes escribirnos a info@luteranos.net colocando en el asunto “Culto Divino” y haz tus preguntas.

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