Una mirada al Catecismo Mayor de Lutero (Tercero Mandamiento)

Rev. Alisson Jonathan Henn[1]

Charles Chaplin nos recuerda algo importante en su frase clásica: «Ustedes no son máquinas; son hombres». Es decir, somos humanos y necesitamos descanso para nuestro cuerpo. Sin embargo, el mandamiento de Dios que dice «santificarás el día de reposo» es mucho más que tener un día de pereza o un día sin hacer nada; es un día para descansar en lo que Dios nos ofrece.

¿Sabes lo que Dios nos ofrece? Su palabra, y en esta palabra encontramos a Cristo, donde tenemos perdón, vida y salvación. Cuando Lutero explica el tercer mandamiento, no señala y subraya un día de la semana como santo, porque la santidad no está en el día, sino en lo que lo santifica y lo hace diferente de los demás: el contacto con la Palabra de Dios en su Casa. «Debemos temer y amar a Dios y, por lo tanto, no despreciar la predicación y su Palabra; sino considerarla sagrada, disfrutar de escucharla y estudiarla.»

Guardar este mandamiento no es simplemente asistir a los cultos de la iglesia los domingos. Los verdaderos adoradores de Dios lo adoran en «espíritu y verdad» (Juan 4:24). Por otro lado, los verdaderos adoradores de Dios quieren estar en la iglesia, en la casa de Dios, escuchar y estudiar Su Palabra, la Biblia, y estar en comunión con sus hermanos en la fe. Este mandamiento es una advertencia para las personas que insisten en llamarse cristianos sin asistir a la iglesia (Salmo 111:10; Salmo 119:105; Isaías 55:11; Lucas 11:28).

Lutero dice en el Catecismo Mayor: «De aquí que no pequen contra este mandamiento únicamente quienes lo usen groseramente en indebida forma profanándolo como, por ejemplo, hacen los que se dispensan de escuchar la palabra divina por avaricia o por ligereza o están en las tabernas locos y borrachos como los cerdos; sino que también quebrantan el mandamiento el sinnúmero de personas que oyen la palabra de Dios como una nadería cualquiera o que sólo por costumbre asisten al sermón y entran y salen de la iglesia de tal modo que, al cabo del año, saben tanto como al principio» (Juan 8:47; Lucas 11:28; Hebreos 10:25; Salmo 122:1).

Existen muchas interpretaciones que se dan al mandamiento. Algunos lo interpretan literalmente; otros lo descartan completamente como relevante para hoy. Si alguien te pregunta por qué no guardas el Día del Señor, ¿qué responderás?

 

Algunos oyen con agrado y otros desprecian la Palabra de Dios (Números 15)
Algunos oyen con agrado y otros desprecian la Palabra de Dios (Números 15)

En el Antiguo Testamento, Dios estableció el descanso de varias maneras: los sábados – personas o animales no debían trabajar (Éxodo 23:12; 31:17; 34:21, etc.), años sabáticos (Levítico 25:1-7) y jubileos de cincuenta años (Levítico 25:8 y ss.). En vista de esto, este mandamiento entendido de forma amplia, como dice Lutero, no se aplica a nosotros los cristianos. Pues se trata de algo enteramente externo, ligado a otras ordenanzas del Antiguo Testamento. De esas ordenanzas, ahora estamos libres por medio de Cristo (Colosenses 2:16-17; Marcos 2:23-28). No lo guardamos porque sea una obra externa, sino porque el cuerpo y el alma también lo necesitan.

Por eso, guardar el sábado, significaba dejar de trabajar para ti mismo y dejar que Dios obrara en ti. El día sabático, cualquier día que estudias la palabra o vas a la iglesia, es una declaración de nuestra libertad. No soy esclavo de leyes, pero puedo confiar en el cuidado del Padre Amoroso. El día del descanso es un acto de confianza en Dios, es decir, no soy yo quien hace girar el mundo, no soy yo quien hace salir el sol, tampoco soy yo quien sostiene a mi familia, sino que es Dios.

Entonces: ¿Por qué los cristianos eligieron el domingo para descansar y seguir santificando? Nótese la práctica en el Nuevo Testamento (Hechos 20:7), también, en memoria y honor del Señor que resucitó el primer día de la semana (domingo – viene del latín «dominus» = Señor), sobre todo, el cristiano comienza su semana con la bendición de Dios.

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[1] Licenciado en Teología por la Universidad Luterana de Brasil (ULBRA), 2014, Canoas, RS. Postgrado en Teología y Pastoral de la ULBRA (2016). Estudiante de maestría en el Seminario Concordia. Pastor de la IELB (Iglesia Evangélica Luterana do Brasil) y Misionero Alianza en Madrid, España.

 

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