Sermón para Primer Domingo después de Trinidad

Predicación de la Palabra

San Lucas 16.19-31– Congregación Emanuel – Ps. Isaac Machado

TRINIDAD I

En el nombre de Jesús. Amén.

            En el C.Ma, Lutero nos da una clara explicación de lo que es la fe: “Aquello en que tengas tu corazón, digo, en aquello en que confíes, eso será propiamente tu Dios”. La Fe nos llama a “Temer, Amar y Confiar en el Señor por sobre todas las cosas” (Primer Mandamiento) y por eso, no nos extraña que la lección para el día de hoy sea del gran padre de la Fe, Abraham.

“Y creyó Abram y le fue contado por Justicia”- nos dice el A.T. Pero ¿en que creyó Abram? En la Palabra de Dios, una palabra cargada de Promesas, que, aunque parecía imposible para la razón humana, para Dios no lo es. Pero, aunque Abraham es considerado el Padre de la Fe, los niños aprenden y cantan sobre: el Padre Abraham, que tiene muchos hijos, y tu y yo somos parte de esa familia; Abraham no es un súper hombre; Abraham es un pecador como cada uno de nosotros. Abraham mintió, y en su mentira casi hace caer en pecado a muchas personas, pero en medio de su pecado, se arrepintió, confió, puso su mirada en Dios y esto es lo que lo hace distinto al mundo.

A veces pensamos que los personajes de la Biblia como: David, Moisés, Abraham, José, Pablo, Pedro; son de otro mundo. Los idealizamos, y creemos que no podemos llegar a ser como ellos, pero esto es una mentira; porque al igual que ellos, somos pecadores, pero también al igual que ellos, por la fe, somos considerados justos ante los ojos de Dios.

En nuestro evangelio, tenemos los dos lados de la moneda. Tenemos polos opuestos; un mendigo y un rico, uno que es salvado y el otro que es condenado, uno que esta en el cielo y otro en el infierno. Pero en esta parábola, Jesús no nos habla sobre la justicia social, como plantean “los comunistas cristianos” que el Rico merece el infierno por ser rico y acaparar los bienes que son del pueblo. Nada de lo que habla esta parábola tiene que ver con dinero, sino con FE. Donde tengas tu corazón tienes tu Dios.

En quien temas; ames y confíes, hay es donde esta tu Dios.

            El Rico confiaba en si mismo, en su poder, en su dinero, en sus amigos, en todas las cosas que tenia y creía que era algo por eso. Lázaro no tenia nada en esta vida, solo tenia su fe, y la fe lo sostuvo y lo siguió sosteniendo aun en medio de la muerte. Y fíjate, no importa si eres rico o pobre, ambos murieron. Lázaro fue al cielo, por la fe, pero el rico al Infierno, por la falta de fe.

El Infierno es una realidad, es un sitio que fue preparado para Satanás y sus secuaces y para todos aquellos que rechazan y no tienen fe en Dios. Aquellos que han leído la divina comedia, pueden ver la descripción dantesca del Infierno y quizás ni se llegue a aproximar a lo que es el infierno; pero en las puertas del Hades dice: “Abandonen toda esperanza, quienes aquí entréis” El Infierno es una realidad, es un sitio desolado, donde no hay esperanza porque Dios no esta ahí; donde no es que Satanás esta pasándola bomba torturando a las almas perdidas, sino que él también será castigado en ese fuego eterno.

El rico que, en vida, vivió en un “paraíso” rodeado de las mejores cosas de la vida, pensando que eso era lo único que necesitaba. Pero en la realidad del Infierno; donde no tiene esperanza alguna, clama a Abraham y dice: “Grande es mi castigo, haz que Lázaro venga y moje mi lengua con una gota de agua” Pero Lázaro no podía ir para allá; no porque era muy lejos y se iba a cansar, sino por el abismo que los separaba, este abismo es la FE. La fe es lo que nos distingue a nosotros del mundo; la fe es lo que nos pone en el cielo y no nosotros y esta fe no es algo que hacemos nosotros, sino que es don de Dios, por medio de OIR su palabra.

Es por eso, que el Rico, perdiendo toda esperanza, pide por sus hermanos, y le dice a Abraham entonces, que Lázaro vaya y les hable. Pero nuevamente la respuesta de Abraham es referente a la fe. “A Moisés y los profetas tienen, que los escuchen” ¿Qué quiere decir con Moisés y los profetas? Tienen la palabra de Dios; que la escuchen.

El rico esperaba un gran milagro para su hermano, como muchos lo esperan; pero aun en medio del milagro de la resurrección de Jesús, la gente dudo, los discípulos dudaron y se entristecieron es por eso que necesitaron escuchar la palabra de Jesús que les trajo PAZ y FE.

Hemos leído en las escrituras que cada vez que Jesús habla cosas interesantes suceden: El agua se convierte en vino, las tormentas se calman, los enfermos son sanados, los muertos vuelven a la vida, la gente es consolada. Esta palabra creadora, es la que sigue obrando fe en cada uno de nosotros, este es un gran milagro en medio de nosotros.

Hoy vemos los milagros de Dios: El hecho de estar aquí el día de hoy es un gran milagro por múltiples razones: 1. escuchamos la palabra que da vida, 2. recibiremos el cuerpo y sangre; pero, aun así, pensamos que solo estamos cumpliendo con Dios y es una actividad más el día de hoy que ya puedo marcar como LISTA en mi calendario. El hecho de ver vida creciendo en lo más intimo y oculto, el hecho de despertar cada mañana, y que nuestros seres queridos lo hagan, es un milagro del Dios dador de la vida. El milagro más grande fue la encarnación de Jesús para traernos el perdón completo, y esto solo lo sabemos oyendo su palabra.

 Porque es solo escuchando la palabra de Dios, que llegamos al conocimiento de lo que Cristo ha hecho por nosotros. Es escuchando a Moisés y los profetas que nos damos cuenta de nuestros pecados, pero también de las promesas de Dios, y como Abraham, en el momento que escuchamos las promesas de Dios, es en ese momento donde Dios empieza a obrar la fe en cada uno de nosotros.

El evangelio es proclamar a diario a Cristo y este crucificado por nosotros para el perdón de nuestros pecados. El Evangelio es proclamar que gracias al sacrificio de Cristo ahora tenemos un lugar en el cielo, que nos espera a cada uno de los que ponemos nuestra fe y confianza en el Señor.

Así como el infierno es real; es cielo también lo es; el cielo es el sitio que cada uno de nosotros espera. Así como por la fe, Abraham fue llevado al cielo, así nosotros el día de hoy, también vemos como el cielo viene a nosotros; como junto con Abraham, Lázaro, todos los que han muerto en la fe en Cristo, todos los que aun viven e invocan el nombre de Jesús, todos los ángeles y arcángeles y toda la corte celestial; alabamos y magnificamos el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Es un privilegio estar aquí; es un privilegio poder acercarnos al Altar de Dios, sabiendo que el cordero esta sentado en medio de nosotros, sirviéndonos con sus dones y declarándonos justos, llamándonos por nuestros nombres.

En la historia, solo aquellos que están en el cielo se les son conocido por sus nombres; y tu has recibido también un nombre en las aguas de tu bautismo en donde Jesús, por medio de su sangre, lo ha anotado en el libro de la vida.

Es por eso que la iglesia, como una mendiga, extiende la mano para recibir de su Señor toda clase de bienes. Lutero, cuando murió, se le encontró un papelito en la mano y en el decía: “Somos Mendigos, esta es la verdad”. Y es cierto, somos mendigos, pero en Cristo lo tenemos todo.

No es el hecho de ser mendigos que Dios nos da el cielo, como una recompensa por ser pobres; sino porque extendemos nuestras manos y dependemos solo de Él. Esto es confiar en Él por sobre todas las cosas, saber que Él es quien nos provee de todo lo que necesitamos.

Por la fe, puedes estar seguro (a) que cuando Cristo venga a reunir su rebaño, te llamara por tu nombre, y te llevara a esos verdes pastos al cielo eterno y disfrutaras de todo lo que Cristo ha preparado para nosotros.

Mientras tanto, hoy, Dios nos sigue llamando por nuestros nombres y nos sigue brindando de su amor.

La fe es temer y amar a Dios y confiar en él por sobre todas las cosas. Abraham tuvo fe en su Señor, imperfecta, pero tuvo fe y descanso en él y Dios cumplió su promesa. En esta vida, no se nos ha prometido que viviremos como reyes, pero se nos ha prometido que Dios estará con nosotros en cada paso que demos. Eso es todo lo que necesitamos. Jesús es todo lo que necesitamos; Él llena todos los espacios vacíos de nuestra vida y los llena con su gracia.

Puede que ahora sufras; en medio de pandemia, guerras, enfermedades, traiciones, ansiedad, angustia, dolor, nuestro Señor se acerca a nosotros, con su palabra creadora, con su bautismo, con su cena y nos consuela y otorga su Paz.

Acércate a su mesa hoy, acércate y recibe su gracia gratuitamente, acércate para que recibas de él todo lo que necesitas. Nosotros los creyentes, vivimos bajo la esperanza de que tenemos un Dios que esta cercano a nosotros y no nos abandona, sino que nos consuela y nos da toda clase de cosas buenas. ALEGRATE, TUS PECADOS HAN SIDO PERDONADOS y el CIELO te pertenece por la fe.

En el nombre de Jesús. Amén.

Categories SERMONES | Tags: | Posted on junio 7, 2021

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