Sermón del 14 de febrero

Predicación de la Palabra

San Lucas 18.31-43 – Congregación Emanuel – Ps. Isaac Machado

Domingo de Quinquagésima

“Tu fe te ha salvado”

 En el nombre de + Jesús. Amén.

“¿Que quieres que te haga?…” (Lc 18.41), con esta pregunta se cierra esta temporada de preparación que iniciamos hace tres domingos atrás. Jesús luego de haber afirmado su mirada a Jerusalen, se dispone a ir para recibir lo que le esperaba – despresion, traición, maltrato y muerte- Jesús camina a Jerusalen para redimir a la humanidad.

Pero antes de ir a la cruz; Jesús sigue realzando con su presencia la misión a la cual vino a este mundo. Obrar fe en cada uno de los que esperan el cumplimiento de la promesa.

Y si en el gran tiempo de Navidad, nos alegramos y cantamos junto con Zacarias esas palabras “Bendito el Señor, Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos ha levantado un poderoso Salvador en la casa de David su siervo” (Lc 2.68-69), en la Pascua, entonces, entonamos el pregón pascual, reconociendo que ese es el día que todos hemos esperado, el día de la  resurrección.  Pero, en medio de estos tenemos a la cruz y sus padecimientos que es el gran tema de la cuaresma. Y que la fe nos prepara para afrontar lo que significa tomar nuestra cruz y seguir a Cristo.

El tan esperado Mesías, esta listo para ser entregado por nosotros. Pero Jesús no solo habla de su muerte; sino que sabiendo todo lo que le iba a suceder; el Hijo eterno del Padre, confia – tiene fe- en que será levantado de entre los muertos, por su Padre, para ser el primogenito de todos aquellos que duermen y descansan en el Señor.

No podemos acercarnos a la cuaresma sin poner nuestros ojos, en fe, a la cruz de Cristo. Esta semana muchos se preparar para celebrar carnaval; o se preparar para la cuaresma, preguntandose “que pescado compraran para los dias viernes” o “de que cosa se abstendran durante la cuaresma”, el ciego espiritual se pregunta estas cosas, más aquel que quiera recobrar algo más que la vista, y ver el cielo abierto de par en par, se prepara en pesar y arrepentimiento diario reconociendo que es un mendigo y solo podemos clamar “Señor, Hijo de David, ten misericorida de mi”

              Esto es un clamor que surge de la fe; un clamor que nos hace reconocer que no somos autosuficientes y que necesitamos la misericordia de Dios todos los días de nuestra vida.

Pero, ¿Quién quiere depender de otro? “Yo puedo hacer mis propias cosas, no necesito ayuda de nadie”. Si esto fuera cierto, la popularidad de Jesús no hubiese crecido tanto, su fama no se hubiese extendido por toda Israel y quizas su visita por Jerico hubiese sido más tranquila. Pero a donde iba Jesús la gente lo aclamaba.

Y hoy mucha gente pone su confianza en simples hombres que prometen cosas pero que al final solo lo hacen para su propio benificio. Este no es el caso de Jesús. ¿Qué beneficio le pudo traer a Jesús curar a este ciego? A los ojos de la razon, quizas ninguno, pero a los ojos de la fe y en base a lo que vino hacer Cristo al mundo; este ciego representa a todos los cristianos, que en nuestra naturaleza pecadora estamos cegados por el mundo, por los placeres, por las mentiras del enemigo.

Pero que al escuchar el evangelio de Jesús; clamamos en fe que nos libre de todo lo que nos aparta la vista de la Cruz. Pero nuestro enemigo – el diablo – quiere hacer todo para acallar nuestra voz en la multitud; quiere que dejemos de clamar a nuestro Dios por ayuda. Quiere que pensemos que somos autosufientes pero a su vez nos esclaviza a todos en sus mentiras.

¿Cuántas veces no hemos pensado que mi problema, mi situación – aun algo pequeño- no es tan importante como aquellos que “si de verdad estan sufriendo”? ¿ Cuantas veces hemos pensado que mi oración no es lo suficientemente buena como para llegar a los oidos de Dios? – Una de las grandes mentiras que nos ha hecho creer esta sociedad en la que vivimos, es que mis problemas no son tan grandes como los de otros, y que yo mismo puedo solucionar las cosas si me lo propongo.  Nos callamos, nos ahogamos con lo que estamos viviendo y poco a poco nos amargamos con eso.

Dios se interesa por ti; Dios quiere escuchar hasta el más pequeño de tus sufrimientos. Él nos ha dicho: “Vengan a mi todos los afligidos y cargados”; aquellos que en Fe, reconocen y ponen su confianza en Dios… Se acercan con agrado, sin pensar que estan molestando a Dios, y le entregan todas sus penas.

Bartimeo no dudo, sino que clamo, en fe. Y quizas puedas pensar que es egoista el pedido de este ciego, pero no lo es. ¿Qué quieres que te haga?; Bartimeo pudo pedir cualquier cosa pero pidio lo que necesitaba en ese momento “la vista” y con ella pudo ver a su salvador y proclamar lo que hizo por Él; Dios le dice a Salomón, “pide lo que quieras y yo te lo daré” y él pudo pedir riquezas o poder o cualquier otra cosa, pero ¿Qué fue lo que pidio? Sabiduria, para guiar al pueblo de Dios.

El temor y el amor a Dios lo llevo a pedir lo que era necesario para el momento y confiar que Dios le daria lo que pedia y en medio de ese pedido Dios mismo seria glorificado.

Cristo quiere que te acerques a Él; Cristo quiere que clames a viva voz. Él te dice hoy: ¿Qué quieres que te haga?; y la respuesta de la fe, es que nos de la salvación.

Por eso, tu y yo, hoy vemos a la cruz; y no sentimos pena por Cristo, no decimos “te acompaño en tu dolor, Señor”; no decimos “pobrecito, miralo”; no nos avergonzamos de que nuestro Dios este colgado en una cruz. Jesús sabia lo que iba a suceder y no es que fue con toda la alegria del mundo, pero fue con gusto, para evitarte la pena, la ira y el dolor.

Jesús quiere que veas hoy su cruz y des gracias a Dios porque en ella cargo tu pecado, tus dolencias, tu odio, tu venganza, tu ceguera y te da ahora paz, consuelo y esperanza en que el mañana es un nuevo día para morir al pecado y vivir para Dios.

Jesús en su cruz tomo la ceguera fisica de Bartimeo, para que asi Él ya no sufriera más por ella. Jesús muestra el más grande de todos los amores al ir a la cruz.

Tu Señor quiere escuchar tu voz, tu Señor quiere hablar contigo, tu Señor quiere acercarse a ti y darte lo que necesitas, de acuerdo a su voluntad. Su voluntad s era que este ciego recibiera la vista y al recibirla nadie pudo volver a callarlo, sino que iba glorificando a Dios.

La fe no puede ser callada. La fe es expresada en canticos de alegria, en oraciones, en la confesión de que tenemos un Señor, un Dios, El Cristo, que es el Hijo de David y que ha tenido misericordia de nosotros.

En fe, sabemos que somos criaturas y que dependemos de nuestros Dios; y Lutero nos dice con unas hermosas palabras el porque Dios hace esto: “Lo hace, unicamente por su bondad y misericordia divina y paternal, sin ningun merito o dignidad alguna de mi parte, por todo esto debo darle gracias, alabarle, servirle y obedecerle”

Los ojos de este hombre, eventualmente volvieron a cerrarse y descansó en el Señor, confiando en que aquel que le dio la vista, lo levantaria de su sueño, asi como El Padre Eterno, levanto al Cristo. Así mismo nuestros ojos que han sido abiertos por la fe, un dia se cerraran y dormiremos en el Señor, confiados que cuando volvamos ha abrir nuestros ojos, veremos cara a cara a nuestros redentor.

Que vive y reina con el Padre, siempre un solo Dios, por los siglos de los Siglos, Amén.

Categories SERMONES | Tags: | Posted on febrero 16, 2021

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