Sermón del 8 de noviembre

Predicación de la Palabra

San Mateo 18.21-35 – Congregación Emanuel – Ps. Isaac Machado

Trinidad 22

“Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”

En el nombre de + Jesús. Amén.

“Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (PN- 5ta Petición), esta es parte de nuestra oración diaria cuando decimos el Padrenuestro. Pero muchas veces pasamos por alto lo que significa cada petición de esta oración, a veces lo que hacemos son vanas repeticiones.

De pequeño, siempre tenia un reto, “cuantas veces puedo recitar el padrenuestro, mientras la congregación lo dice…” y me veías moviendo los labios rápidamente y diciendo el padrenuestro (quizás te lo puedo recitar en 5 o 10 segundos). (Y) Repetirlo no basta, sino hay que saber que estamos pidiendo.

Lutero dice en su Catecismo sobre esta petición: “En esta petición, rogamos a que nuestro Padre en el cielo no mire nuestros pecados…” Hasta ahora, muy fácil. Constantemente, cuando pecamos, el cristiano que ha sido confrontado con su pecado sabe lo que debe hacer, pedir perdón a Dios.

Cuando la carga es insoportable, noS acercamos a nuestro Dios en busca de su perdón y confiamos que lo recibimos, por la obra de Cristo.

Escuchamos las palabras de perdón de Dios hace un par de minutos, y el perdón es algo liberador. Es quitarse el peso del pecado de nuestros hombros y dárselo a Cristo para que lo cargue en su cruz. Eso es lo que significa recibir el perdón de Dios.

Y si lo dejamos en esta dimensión – mi relación con Dios – quizás muchos no tendrían problemas, dirían: “demasiado fácil”. Pero lo cierto es, que vivimos en un mundo que tiene más dimensiones, y el cristiano vive el perdón en dos dimensiones (2D), en mi relación con Dios y en mi relación con el prójimo.

Lutero sigue diciendo: “…ni por causa de ellos (de los pecados) nos niegue lo que pedimos, pues no somos dignos de nada… y porque diariamente pecamos mucho”.

Y el pecado no es solo para con Dios, sino también para con nuestro prójimo. A diario atentamos no solo contra Dios, haciendo lo malo, mintiendo, engañando, poniendo otros dioses delante de él; sino que también cuando peleamos con nuestra pareja, o le hablamos mal a alguien, o guardo rencor en mi corazón por algo que sucedió en el pasado; no solo no estoy perdonando a mi prójimo y estoy atentando contra él, sino que también estoy en enemistad con Dios.

El mundo te va a decir que, si alguien te ha hecho algo malo, no tienes porque perdonarlo. La ley del Talión sigue aplicando en nuestras vidas, “ojo por ojo, diente por diente”. Hay gente que trata de ser juez y verdugo ante una situación en particular; sin darse cuenta de que todo lo que hagan estando enojado no te va a llevar a sentirte mejor, sino que te iras metiendo en una prisión.

Un pastor dijo: – “Puedes guardar rencor. Puede hacer todo lo posible para que aquellos que le han hecho daño se arrepientan. Puedes albergar en tu corazón justa indignación contra aquellos que te han hecho mal. Puedes hacerles pagar. Puedes construir una prisión con tu propio juicio y poner al malhechor en ella. Pero quiero que sepas esto: serás encarcelado en la prisión que está construyendo. Nunca saldrás de esa prisión, ni en esta vida ni después de tu muerte. El camino al cielo está pavimentado por el perdón de los pecados. El camino al infierno está pavimentado por la negativa a perdonar. El infierno es donde no entra el perdón. Solo queda el juicio. Eso es lo que hace que el infierno sea tan infernal.” (Rolf Preus, 2019)

Donde no hay perdón para el prójimo no hay cabida para el amor y el perdón de Dios. Y no es que mi perdón es lo que me da la entrada al cielo, porque eso lo ha ganado Cristo, pero es la falta de perdón lo que me descalifica de la carrera de la vida.

Cuán difícil es a veces darles la razón a otros (en medio de una discusión), o sentarse y decir (a ese familiar, a ese amigo, a ese compañero de trabajo) “perdóname…” pero la escritura dice: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.” Ef 4-26-27.

El diablo quiere hacerte creer que eres débil cuando perdonas a quien te ha hecho tanto daño, pero es una gran mentira. No minimizamos la frustración, no ignoramos el dolor; pero no dejamos que estos sea la guía y norma de nuestra vida.

El orgullo y la ira son los peores consejeros, pero el consejo de Dios expresado en su palabra es: “Perdón”. El Perdón nos libera de las cadenas del odio y el rencor; el perdón nos hace confiar en lo que Cristo ha ganado por cada uno de nosotros. El Perdón nos muestra el camino al cielo.

Es tiempo de cambiar, es tiempo para reconocer que nuestro orgullo no puede estar por encima de la Cruz, es tiempo de arrepentirnos de corazón y decirle a Dios que hemos actuado como este siervo malvado. Pedirle a Dios que quite toda raíz de rencor y amargura de nuestras vidas y nos siga concediendo su Gracia.

Es tiempo de ver hacia lo alto y saber que, desde la cruz, se escucharon palabras de Perdón. Que fue en la Cruz, donde Cristo pago la deuda impagable que cada uno de nosotros teníamos. Que es en su Cruz, donde tenemos la fuerza para mirar a la cara a esa persona que tanto daño nos ha hecho y decirle: “Así como mi Señor me perdono toda mi deuda, así, en su nombre, te perdono por lo que has hecho”.

El perdón hace al cristiano fuerte, hace al cristiano reconocer que esa fuerza no viene de él y que viene de Cristo, y cuando te invadan pensamientos de: “porque lo perdone, o, no se merecía mi perdón”, pídele a Cristo que te quite esos pensamientos y que los transforme en buenos deseos para esas personas.

El perdón que ahora experimentamos, se le añade una nueva dimensión. . Ahora, sabiendo que Dios me perdono (1D) en la cruz, sabiendo que he perdonado a mi hermano (2D), ahora puedo yo caminar confiado (3D) en que el cielo está abierto para mí, no por mi obra, sino por el perdón que Cristo me ha dado y que ahora por la fe, confió que es para mí.

Lutero termina diciendo – en su explicación de la quinta petición– “Así mismo nosotros también perdonaremos de corazón, y haremos con agrado todo el bien que podamos a los que nos ofendieren”.

Entonces, el perdón no es opcional, el perdón es parte de la vida cristiana. La verdad central del cristianismo es que Dios nos perdona gratuitamente a todos los pecadores, que no merecíamos su perdón, solo por su gracia a través de la fe por medio de Cristo, quien ha hecho plena satisfacción por todos nuestros pecados, se nos es otorgado tan grande don.

Este es el centro de nuestra fe. Este es el centro de nuestras vidas. Perdonamos, no de mala gana, mientras guardamos rencor, pero libre, plenamente y desde nuestro corazón. El centro de la fe cristiana es el centro de la vida del cristiano. El gozo de recibir gratuitamente el perdón de Dios se convierte en el gozo de perdonar gratuitamente a los que pecan contra nosotros. La fe y el amor están unidos para siempre, por medio de Cristo, quien nos enseñó a orar:

Padre, perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Amén.

Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento humano, guarde tu mente y tu corazón en Cristo Jesús. Amén.

Categories SERMONES | Tags: | Posted on noviembre 10, 2020

Social Networks: RSS Facebook Twitter Google del.icio.us Stumble Upon Digg Reddit

Responder

close window

Service Times & Directions

Weekend Masses in English

Saturday Morning: 8:00 am

Saturday Vigil: 4:30 pm

Sunday: 7:30 am, 9:00 am, 10:45 am,
12:30 pm, 5:30 pm

Weekend Masses In Español

Saturday Vigil: 6:15pm

Sunday: 9:00am, 7:15pm

Weekday Morning Masses

Monday, Tuesday, Thursday & Friday: 8:30 am

map
6654 Main Street
Wonderland, AK 45202
(513) 555-7856