Sermón del 11 de octubre

Predicación de la Palabra

San Mateo 22.34-46 – Congregación Emanuel – Ps. Isaac Machado

Trinidad 18

“Preguntas y Respuestas”

En el nombre del Padre y del + Hijo y del E.S. Amén.

El pecado entró al mundo cuando la duda fue plantada no solo en la mente de Adán y Eva, sino también en sus corazones ¿Acaso puedo ser como Dios? ¿Qué es el mal? …Cuando creyeron que podían alcanzar tales conocimientos, vieron que el fruto era deseable, lo tomaron y comieron. Sus ojos fueron abiertos, pero no llegaron a ser “igual de Dios” sino que empezaron a dudar de Él. Ahora había más preguntas que respuestas.

El conocimiento es algo que nos gusta a todo, estudiar, leer, conocer, saber; para así, por hablar con criterio, formar nuestra propia opinión y no ser títeres de nadie.

Y a lo largo de esta temporada, de Trinidad, hemos leído como los fariseos, los saduceos, los escribas, los grandes juristas de Israel querían poner a prueba a Jesús, buscaban algo para hacerlo caer y justificar su muerte.

Cada pregunta malintencionada, encontraba una sabia respuesta de nuestro Señor. Pero a diferencia de Jesús. Cuando él le hacia una pregunta a estos hombres, ellos la mayoría de las veces no podían responderle.

El apóstol Pablo afirma: Porque ¿QUIEN HA CONOCIDO LA MENTE DEL SEÑOR, PARA QUE LE INSTRUYA? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. 1 Co2.16

Estos hombres estaban segados por su propio orgullo y lógica, y no podían ver que la fuente de todas las respuestas se haya en Cristo.

¿Cuál es el gran mandamiento de la Ley? – Una pregunta simple y sencilla, pero con muy mala intensión. Si Jesús solo decía “A Dios” ellos hubiesen refutado y le hubiesen dicho ¿y el prójimo?, si solo hubiese dicho: “el prójimo” entonces lo habrían acusado de hereje por no amar a Dios. Pero Jesús les dice cuales son los mandamientos de donde depende toda la ley y los profetas.

Si ellos quieren vivir bajo la ley de Dios, bueno, tienen que cumplir la ley de Dios completamente. Amando a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Pero ellos no hacían ni lo uno, ni lo otro. Los Ídolos de su corazón los tenían con más preguntas y más dudas, y no podían encontrar el consuelo en las respuestas que hallaban en Cristo.

La ley, dada al hombre, escrita en piedra y en los corazones humanos, no da una respuesta inmediata a nuestra situación. La ley muestra quienes somos. Muestra lo frágil que podemos ser, y la ley pone más preguntas en nuestra mente.

Mientras Lutero vivía bajo el yugo de la Ley, la duda de si era salvo lo atormentaba, porque solo podía ver el pecado en su vida. Porque es lo que la ley nos revela. Muestra nuestros pecados y la incapacidad que tenemos nosotros de poder obrar algo para ser libre.

Por eso, la primera pregunta que a veces uno se hace es “¿Cual mandamiento es más importante?”, “¿Sera que estoy haciendo las cosas bien para ser salvo”? “Ya soy salvo porque me porto bien y hago lo que demanda la palabra de Dios”.

Hace un par de años, recibí una carta de una emisora “cristiana” la BBN, “La red de radiodifusión bíblica” y dentro había unas “semillitas de mostaza”, eran una tarjeta que decía “Si mueres hoy a donde vas a ir…cielo o infierno”. Esta es una pregunta que tiene mucha lógica y que debemos hacernos cuando autoeximanamos nuestro corazón.

Pero es una pregunta que puede encontrar dos tipos de respuesta. (1) Bajo la Ley, demandara obras de mi parte para alcanzar el cielo, y si rompo algún mandamiento, pereceré. la religión de la ley busca esto, busca la duda y es cuando Satanás viene con sus mentiras, con lo hizo en el Edén y te dirá: “No vas a morir, (sembrando la duda en nuestros corazones) Dios no quiere que te diviertas, las cosas hay que verlas de diferentes ópticas y veras que no haces nada malo”. Pero Dios no pone clausulas en su ley. Él dice: No mataras, y el judío pensaba que era no matar con mis propias manos, pero si mando a alguien no pasa nada. Pero Jesús pone la vara más alta, “si piensas mal de tu hermano lo estas matando con tu pensamiento e incluso con tus palabras”.  La ley condena si no se cumple todo a cabalidad, la ley no te muestra la mente Cristo

Es necesario examinarse a la luz de la ley para saber cuáles son nuestros pecados, y cuando la ley los ha expuesto, ella lleva al cristiano al arrepentimiento y a buscar la segunda respuesta, la que encontramos en el evangelio, es una respuesta totalmente diferente a lo que habíamos venido escuchando en nuestras vidas.

El evangelio nos muestra que tenemos un Señor y Dios que a entregado su vida en la Cruz del calvario, y ese Señor es el Cristo. Cuando Jesús pregunto ¿Quién es el Cristo? La lógica humana no pudo contestar correctamente, pero el cristiano sabe quien es el Cristo, y sabe lo que el Cristo ha hecho.

El Cristo es verdadero Dios desde la eternidad y verdadero hombre engendrado en la virgen María, y ese Cristo es mi Señor, que me ha redimido a mi y me ha rescatado de las garras del diablo, el mundo y la carne, no con oro o plata, sino con su santa y preciosa sangre y con su inocente pasión y muerte.

En la Cruz de nuestro Señor, encontramos las respuestas que necesitamos.  ¿Qué es el Amor? – Dar la vida por tu amigo, es sacrificarse por el otro, es buscar lo mejor para los demás sin importar lo que tengo que dejar atrás, como el cielo. Es reconocer que tenemos un Dios de amor que nos ama y nos da amor para amar aun a nuestros enemigos. ¿Cuál es mi propósito en la vida? – Adorar y alabar a ese Dios, que es Padre y Señor de cada uno de nosotros y que provee todo lo que necesitamos.

El evangelio nos abre el cielo de par en par y nos dice que somos herederos y pertenecemos a Él para la eternidad, no por mi obra, sino por la obra de Cristo. Lo que una vez por la desobediencia nos fue arrebatado, por la obediencia de Cristo se nos es dado nuevamente.

Ahora el cristiano no anda haciendo preguntas que no tienen sentido, o preguntas malintencionadas. El verdadero cristiano, ahora cuando tiene una duda, o cuando escucha la voz de satanás queriendo plantar la duda en su corazón, ve la cruz y ve en ella la respuesta a todas nuestras dudas.

Y es, por medio de la Cruz, que Dios nos otorga su gracia y perdón. Junto con elementos simples y sencillos, que sostienen la vida humana como el agua, el pan y el vino, así el Señor nos sostiene espiritualmente, porque nos ama y quiere que estemos junto con él por toda la eternidad.

Es por eso, que en medio de la crisis, en medio de la duda, aun el Señor nos permite reunirnos, para escuchar su palabra, para bautizar, para comer y beber su cuerpo y su sangre. Es en su altar, donde encontramos la respuesta a ¿Dónde ire si muero hoy? – Al cielo, junto a mi Señor. Por eso cantamos, o por ahora, decimos: “Ahora Señor despide a tu siervo en Paz, conforme a tu palabra. Porque han visto mis ojos tu salvación”. Hoy vemos nuestra salvación, porque hoy es el día de la salvación. Hemos visto a Cristo, lo hemos escuchado, lo hemos comido y ahora estamos listo para reunirnos con Él en la eternidad.

Alegrate, hermano mío, porque así como entro el pecado al mundo y la duda nos aparto de Cristo. Ahora por la Cruz, tenemos su mente y al tener su mente, las respuestas a las dificultades de la vida encuentran consuelo en nuestro Señor.

Ese Señor de Amor y Salvación. Tu Cristo, quien te quiere y te acompaña siempre. Y que te dice hoy; Tus pecados te son perdonados.

A ese único Dios y sabio Dios sea toda la honra y gloria, ahora y para siempre. Amén.

Categories SERMONES | Tags: | Posted on octubre 12, 2020

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