Sermón del 6 de septiembre

Decimotercer Domingo después de la Trinidad

Solus Christus – Solo Cristo                                      6 de septiembre, A+D 2020

https://youtu.be/HuIocwhcpbU

 http://pastordavidwarner.blogspot.com/2020/09/christus-solus-solo-cristo.html

   Solus Christus.  Esto es Latín para Solo Cristo, la lema de la Reforma Luterana que declara que la salvación y vida eterna en el Reino de Dios dependen solo de Jesucristo.  Solus Christus – Solo Cristo.  ¿Entendemos todo el significado de esta frase?  Seguramente no, pero el Buen Samaritano nos ayudará a comprender un poco más.

Tenemos una idea bastante clara de varias ideas centrales de esta enseñanza de Jesús:  La Ley de Dios, que te exige amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo, esta ley justa, bonita y santa, no nos puede salvar.  Porque es demasiado exigente.  Por mucho es demasiado exigente para nosotros.  Y para todos.  Así entonces, el experto en la Ley busca una manera de minimizar la fuerza de la Ley de Dios, “¿Y quién es mi prójimo?”  Jesús responde con la historia del Buen Samaritano.

Y con este relato, Jesús lo deja muy claro que, mientras la salvación por cumplir la Ley es, en teoría, una posibilidad, al final la Ley nos mata, porque no nos ofrece ninguna flexibilidad.  No importa quién o qué tipo de persona que el Señor pone en nuestro camino, sea amigo, o enemigo, una persona capaz o muy necesitada, este ser humano es tu prójimo y la Ley te manda amarlo, sí o sí.  Punto, fin de discusión. Por ende, no hay esperanza según la Ley, porque no la cumplimos.  No amamos de esta manera tan radical.

Pero no te rindas, aunque estás medio muerto, postrado al lado del camino, golpeado por las acusaciones justas de Dios, sin fuerza ni amigos, completamente a solas ante la justicia de Dios.  No te rindas, porque viene el Buen Samaritano, para rescatarte.

El Buen Samaritano representa a Jesucristo, quien, con su propia sangre, lava nuestras heridas, y nos lleva al mesón, cuidándonos y aun ordenando al mesonero que te cuide, dándote este servidor, el ministro de la casa, para decirlo así, para cuidarte en el Nombre del Buen Samaritano, hasta su vuelta.

Muy bien.  Pero hay más para descubrir del Solus Christus.  No es que Jesús solamente ocupa el papel del Salvador.  La verdad del Solus Christus, de Solo Cristo, es que Jesús tuvo que cumplir los roles de cada personaje en la historia, porque es el Salvador del Mundo.  No hay salvación en ninguna otra persona.  Solo en Cristo.  Para salvar a todos, Él tiene que hacer todo.  Y de verdad, cumplió todo, con sus ojos puestos en la alegría del futuro celestial.

¿Cómo es que Jesús cumple cada papel, cada rol de esta historia?  Vamos a ver.

Jesús es el Buen Samaritano: ya es obvio.  El eterno Hijo de Dios Padre vino a este mundo, para rescatar a un pueblo, a una raza, que todo el tiempo estaba en rebelión contra Él.  Parecido a un samaritano rescatando a un judío, pero mucho más.

También el Señor es la víctima inocente.  Pero esta víctima es realmente inocente, 100%, sin mancha.  Y no solamente medio muerto, sino muerto-muerto.  La victima en el relato de Jesús está presentada como inocente, aunque sabemos desde la Escritura y desde la experiencia que cada persona tiene culpa, nadie es totalmente inocente.

Jesús relata una historia de negro y blanco, de malos y buenos, sin ninguna matiz de gris, para hacer su punto.  Pero nosotros somos muy de gris.  No existe ninguna víctima totalmente inocente entre nosotros.

¿Pero Jesús?  Sí, el Hijo de María fue totalmente inocente, sin pecado, sin pecado original, y sin ningún pecado propio.  Además, este Inocente sometió a los peores ataques de la raza humana:  traicionado por un amigo íntimo, arrestado sin causa, condenado en un juicio grotesco, ejecutado en una manera vergonzante y horrible, hasta que murió.  No medio muerto, sino totalmente muerto, un cadáver que no dio ninguna reacción a la estocada de una lanza romana, salvo derramar agua y sangre sobre la tierra.  Solus Christus – Solo Cristo.  Ninguna otra persona sufrió así.  Porque también sometió a la justicia divina, la ira de Dios contra el pecado de hombres.  Ningún otro hubiera podido sufrir así.  Solus Christus – Solo Cristo.

¿El levita y el sacerdote?  Jesús también cumplió sus responsabilidades.  Ellos evitaron ayudar al hombre herido, justificando su falta de compasión con su fidelidad a su trabajo en el Templo.  Eran comprometidos a evitar estar profanado por tocar un cuerpo muerto, porque sin estar ritualmente puros, no pudieran servir en el Templo.  Fue la ley de Moisés.

Observaron las normas del Templo muy bien.  Pero se olvidaron, a su propia ventaja y confort, que el hombre no fue creado para el sábado, sino que el sábado fue creado para el hombre, para salvar su vida.  La Ley, incluso la Ley litúrgica del Templo del Señor, fue dada para guiarnos a Cristo Solo, para que no muriéramos, sino que pudiéramos recibir vida nueva.  La Ley y el Templo eran servidores de la vida, y por ende el levita y el sacerdote debería haber priorizado la vida de este pobre, tumbado, medio muerto, en el camino.

Como hizo Jesucristo.  Y sólo Jesucristo.  Nuestro Buen Samaritano es también nuestro gran sumo sacerdote, nuestro liturgista celestial que hizo el sacrificio necesario, el sacerdote que fue al mismo tiempo el sacrificio, presentado ante su Padre como la única víctima digna de rescatar a todo el mundo.

Cristo consumió en su propio ser todos los errores e imperfecciones de todos los sacerdotes, y del pueblo que representaban a Dios, para cumplir y dejar al lado todo el sistema sacrificial, una vez, y para todos.

Ahora Jesucristo se para ante el Altar Celestial, no para hacer nuevo sacrificio por los pecados, sino para presentar su propio ser, su cuerpo resucitado y glorificado, la prueba de la victoria que ganó, una vez, para todos los pecadores.  Todos y cada uno.

Sí, Jesús hasta cumplió el papel de los ladrones, los malhechores que golpeaban y robaron a la víctima y le dejaron para morir.

No es que Jesús hiriera a nadie, no, no.  Pero cuando Cristo presenta a sí mismo ante su Padre como el pago de todos los pecados de todo el mundo, Él quiere decir todos los pecados, de todas las personas.  Vemos su compromiso para con los malhechores en Gólgota, donde colgaba en una cruz, ¿entre qué?  Sí, entre dos ladrones, dos malhechores, pagando su deuda justa a la sociedad, los dos en camino a enfrentar su juicio eterno ante Dios.  Jesús se ofreció para ellos también.

Luego, por oír la buena noticia de perdón que Jesús siempre estaba proclamando hasta su último momento de la Cruz, también los dos ladrones crucificados con Él pudieran creer.  Y esto es lo que vemos en el caso de uno, convertido en un creedor de Jesús, para la vida eterna.  “Señor, acuérdate de mí en tu reino” Y la respuesta:  “Hoy estarás conmigo en el Paraíso.”

   Solus Christus – Solo Cristo.  Solo en Jesucristo hay salvación.  Solo Cristo pudo hacer lo necesario, y Él lo ha hecho.  Solo Cristo ha amado al Señor Dios con todo su corazón, y con toda su alma, y con todas sus fuerzas, y con toda su mente.  Y al amar perfectamente a su Padre, Jesús también amó a su  prójimo como a ti mismo, aceptando nuestro castigo, para compartir con nosotros su justicia eterna y su vida indestructible.

¿Y quién es el prójimo de Jesús?  Tú.  Tú eres el prójimo de Jesús.  Todos nosotros somos prójimos de Cristo.  Su ofrenda cubre la necesidad de todos.  Créelo, es tuyo.  La salvación por cumplir la ley es imposible para todos, salvo Cristo.  En amor, Él la ha alcanzado, para nosotros.

Entonces, cree en Él, y recibes todo.  Créelo, y regocíjate.  Declara en voz alta la buena noticia del Solus Christus – Solo Cristo, para que muchos más puedan encontrar su todo, en Él, el único Buen Samaritano, nuestro Señor y Salvador. Amén.

Categories SERMONES | Tags: | Posted on septiembre 10, 2020

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