Sermón del 24 de mayo

Séptimo Domingo de Pascua – Exaudi

Juan 15.26-16.4

Llego la hora de dar testimonio de la verdad.

En el nombre de + Jesús. Amén.

Cristo ha resucitado, Aleluya. Ya estamos al fin de la temporada de Resurrección y por casi un mes, venimos escuchando el discurso de Jesús en el aposento alto. Hace un par de días celebramos la fiesta de la Ascensión. Jesús los ha preparado para lo que viene, la batalla de fe, como diría el Apóstol Pablo.

Una batalla ardua junto con Cristo, pero que está marcada por la cruz, por los sufrimientos, el desprecio y las burlas. No esperes un gran recibimiento o una gran fiesta a la hora de dar testimonio de la verdad.

Porque cuando confesamos a Cristo, cuando confesamos su verdad, esto es algo ofensivo para el mundo e incluso para muchos cristianos. La manera en que nosotros como luteranos confesamos a Cristo es ofensivo para muchos, que no pueden ver a un Cristo presente en cuerpo y sangre en el sacramento, que predicar a un Cristo crucificado es violencia, que hablar sobre la ascensión de Jesús es muy católico romano, que hablar acerca de la doble naturaleza de Cristo, a muchos les parece ilógico. El evangelio es escandalo para aquellos que no tienen el espíritu de verdad.

Y hoy es domingo de Exaudi y eso significa que es el domingo donde clamamos al Señor “ESCUCHANOS”, exaudi significa escucha. Es lo que leímos en el Introito, que el Salmista pide al Señor que lo escuche y lo libre de aquellos que le quieren hacer daño. Y tiene sentido que luego de que escuchamos a Dios, el domingo pasado diciendo, PEDID, hoy nosotros le digamos a Dios, Escúchanos, porque tu has prometido prestar atención a nuestras suplicas.

Uno conoce a alguien no solo por la vista, sino también hablando, escuchándolo, viendo como es y cómo se desenvuelve. Y así es la relación con Dios. Yo no puedo dar testimonio o confesar a alguien de quien no conozco nada. Y conocemos a Dios leyendo su palabra, escuchando las buenas nuevas de salvación, yendo a los medios de gracias. Pero también Dios quiere que hablemos con Él, que clamemos, pero también quiere que le digamos: ESCUCHAME SEÑOR. Pero no puede hacerlo si no oramos a Él. Él quiere llamarte por tu nombre, Él quiere consolarte, Él quiere que le entregues tus cargas y los sufrimientos por causa de la cruz. Y como una relación, en sí, no se puede mantener a distancia, Cristo se ha acercado a ti, y se encarna en su palabra, y sus sacramentos, para estar contigo.

El ser cristiano, significa ser marginados por el mundo, ser perseguidos por nuestra fe, ser burlados e incluso ser cuestionados y ridiculizados por ser cristianos y escuchar su palabra. “Más os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho.” (Juan 16.4) Jesús ya había profetizado esto. Por eso, no es de extrañarnos que incluso hoy, con una supuesta libertad de culto, con una sociedad que habla de tolerancia, pero solo para el pecado; nosotros los cristianos seamos burlados, torturados e incluso martirizados en el mundo entero por nuestra fe.

Muchos cristianos hoy en día son engañados por falsas promesas y creen que la vida cristiana es algo fácil, que todos los males se van a solucionar al confesar y dar testimonio de Jesús.

“Nadie puede hacerle daño a los escogidos del Señor”. Y aunque esto es cierto, el mundo nos va a torturar, el mundo nos va a querer arrebatar el evangelio, querrá quebrarnos a tal punto de renegar de nuestra fe, así como querían hacer con Policarpo, que durante su martirio, y antes de ser quemado le dieron la opción de rechazar su fe, a lo que el viejo discípulo del apóstol Juan dijo:

Toda mi vida he servido al Señor y nunca me ha abandonado, ahora que soy un viejo ¿lo abandonare yo?, Ustedes me amenazan con un fuego que durara un par de minutos, sin saber que arderán en un fuego que durara eternamente”

y de esa manera fue quemado el viejo Mártir de la iglesia, aquel que dio testimonio (Marturea) de Cristo.

El testimonio de Policarpo, y de los Apóstoles es escandalo para el mundo. Pero nuevamente, las escrituras nos advierten: “Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios.” (Juan 16.2)

Por eso, el Espíritu es aquel que nos lleva a creer solamente en la verdad, y esa verdad es la que proviene del evangelio, la verdad que nos dice que, como Iglesia de Cristo, pasaremos por medio de la “santa cruz”, lo que significa que sufriremos. Pero no sufriremos solos, sino que Dios envía su espíritu para que en los días malos seamos confortados con el mensaje de que tus pecados te son perdonados.

Por el testimonio del Espíritu, es que llegamos a conocer a Dios y hablar acerca de lo que Él ha hecho en nuestras vidas, y podemos testificar ahora lo que Cristo ha hecho para conmigo, que siendo verdadero Dios, descendió y se hizo carne, habito en medio de nosotros, padeció por mi causa, fue muerto y sepultado y al tercer día resucito de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre y vendrá otra vez en gloria a juzgar a los vivos y a los muertos. Esta es la verdad que el Espíritu nos hace confesar. Una verdad que no puede cambiar, una verdad que el pueblo de Dios quiere escuchar y que repite día a día, domingo a domingo. Por eso, tenemos un calendario liturgico, porque caminamos junto con Cristo en su vida. Aprendemos quien es Él para confesar al mundo lo que él ha hecho por nosotros.

Cuando nos confirmamos, cada uno de nosotros juro delante de Dios y de la congregación, que estaríamos dispuestos a dar testimonio e incluso morir por esta verdad. Hoy somos bendecidos por Dios de que “no somos perseguidos a muerte” como Policarpo y los primeros mártires de la iglesia. Pero al igual que ellos, somos los mártires al dar testimonio de nuestro Dios en medio de nuestras vocaciones para poder consolar a aquellos que necesitan ser consolados.

Ya que el consuelo del E.S es el consuelo de Jesucristo que viene a nuestro mundo para enfrentar nuestro pecado y nuestra muerte, para destruir el reino del diablo y para vencer a estos enemigos con su santa obediencia, su sufrimiento y su muerte vicaria en la cruz. Este es un consuelo espiritual que dura para siempre. Y que nos llena de alegría aun en los días de amargura, porque sabemos que Dios nos escucha, que Dios está atento a la voz de mis suplicas, y como dice el Salmista: “Una cosa quiero y esa cosa deseo, habitar por siempre en la casa del Señor”.

Somos testigos de la verdad y como tales, damos testimonio de quien es Jesús, damos testimonio de lo que ha hecho, porque Creo que ni por mi propia razón, ni por mis propias fuerzas soy capaz de creer en Jesucristo, mi Señor, o venir a él; sino que el Espíritu Santo me ha llamado mediante el evangelio, me ha iluminado con sus dones, y me ha santificado y conservado en la verdadera fe, del mismo modo como él llama, congrega, ilumina y santifica a toda la cristiandad en la tierra, y la conserva unida a Jesucristo en la verdadera y única fe; en esta cristiandad él me perdona todos los pecados a mí y a todos los creyentes, diaria y abundantemente, en el postrer día me resucitará a mí y a todos los muertos y me dará en Cristo, juntamente con todos los creyentes, la vida eterna. Esto es con toda certeza la verdad.

     Hermosas palabras que reflejan nuestra confesión, que aprendemos en el catecismo y con las cuales nos presentaremos ante el tribunal de Cristo, confiando en que es el mismo Espíritu que habla por nosotros.

Nos alegramos por ser participes de la multiforme gracia de Dios, en como él entrega su evangelio de perdón a nosotros, su iglesia, por la palabra, el bautismo, la S.C, la absolución, la consolación mutua entre hermanos. Que hermoso poder ser parte de esta comunidad y tener acceso a la gracia de Dios.

Recuerda esto: Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. (Mat 5.10-12)

Gózate, querido cristiano, y canta junto con toda la Iglesia la verdad, que tenemos un Santo, Santo, Santo, Dios del Universo, los cielos y la tierra están llenas de su gloria. Por eso, demos gloria y honra a nuestro Señor Resucitado y Ascendido, que nos escucha y nos ayuda a presentarnos delante del trono del altísimo sin mancha, a Él sea toda la honra y gloria. Amén.

Categories SERMONES | Tags: | Posted on mayo 26, 2020

Social Networks: RSS Facebook Twitter Google del.icio.us Stumble Upon Digg Reddit

Responder

close window

Service Times & Directions

Weekend Masses in English

Saturday Morning: 8:00 am

Saturday Vigil: 4:30 pm

Sunday: 7:30 am, 9:00 am, 10:45 am,
12:30 pm, 5:30 pm

Weekend Masses In Español

Saturday Vigil: 6:15pm

Sunday: 9:00am, 7:15pm

Weekday Morning Masses

Monday, Tuesday, Thursday & Friday: 8:30 am

map
6654 Main Street
Wonderland, AK 45202
(513) 555-7856