Sermón del 3 de mayo

Jubilate (Pascua 4)

San Juan 16:16-22

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Continuamos diciendo cada domingo durante esta temporada de Pascua la hermosa proclamación: “¡Cristo ha resucitado! ¡Ha resucitado en verdad! ¡Aleluya!” Y es una gran cosa para nosotros proclamar, especialmente en esta época del Año Eclesiástico. Porque nuestro Señor, quien fue crucificado por nuestros pecados, ha resucitado de entre los muertos.

Sin embargo, incluso en medio de esta alegría de Pascua, y aun cuando nuestra salvación está asegurada … incluso cuando hemos sido redimidos … también debemos recordar que todavía no estamos en el cielo. Todavía no hemos resucitado de entre los muertos. Incluso mientras disfrutamos de la gran verdad de que Jesús vive, y de que se ha convertido en nuestra salvación, todavía estamos aquí en este mundo. Todavía tenemos que hacer nuestro trabajo, aún tenemos que hacer nuestros deberes, los platos todavía tienen que lavarse y, como todos sabemos, todavía tenemos que lidiar con las cosas de esta vida en este mundo caído, como los virus. No podemos simplemente vivir en la gloria de la Pascua.

La iglesia, en su sabiduría, ha seleccionado la lección del Evangelio de hoy para recordarnos de esta realidad. Y para que no nos deprimiéramos después de las glorias de la Pascua, cuando todavía nos encontramos viviendo en este mundo con todas sus dificultades. Se nos da la lección del Evangelio de hoy para que se nos recuerde que todas las cosas van exactamente de la manera en que nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, ha dicho que las cosas deben ir. Y, ciertamente, las cosas tampoco fueron diferentes a los discípulos de nuestro Señor.

Nuestro Señor dijo, “De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero, aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo.”

En su contexto original, nuestro Señor estaba haciendo referencia a su crucifixión y resurrección. Pero el sentimiento sigue siendo cierto tanto para los discípulos como para toda la iglesia del Nuevo Testamento (¡incluidos vosotros!) De que habrá sufrimiento antes que alegría … ya que ahora esperamos el día en que nuestro Señor regrese para llevarnos a estar con él para siempre.

Nadie quiere sufrir. Sin embargo, el sufrimiento proporciona grandes beneficios … incluso si es muy difícil de entender en ese momento. Recuerdo cuando era mucho más joven, durante mis días de entrenamiento militar, y había mucho sufrimiento. Sin embargo, mirando hacia atrás, puedo ver el gran beneficio que resultó de ese entrenamiento. Y San Juan Crisóstomo establece una conexión entre el mensaje de nuestro Señor en el Evangelio de hoy y el entrenamiento militar.

Él dijo que nuestro Señor está entrenando aquí a Sus discípulos y también a nosotros para ser la Iglesia Militante. La Iglesia Militante es la Iglesia en la tierra, que participa en la guerra espiritual, pero también existe la Iglesia Triunfante, es decir, los santos que ya están con el Señor en el cielo.  Y la Iglesia Triunfante sólo puede esperar cosas buenas. Buenas noticias todo el tiempo, la seguridad, el banquete, y una tierra que fluye con leche y miel.

Pero nosotros somos la Iglesia Militante, al igual que los discípulos cuando nuestro Señor les habló estas palabras. No debemos esperar sólo cosas buenas, de hecho, deberíamos esperar cosas malas. No debemos esperar seguridad, sino que debemos esperar persecución. Y no debemos sorprendernos cuando ésta venga en muchas formas distintas. No debemos esperar una tierra donde fluya leche y miel, sino que debemos esperar un campo de batalla espiritual.

De hecho, justo antes del comienzo de la lección del Evangelio de hoy, nuestro Señor dio muy malas noticias los miembros de la Iglesia Militante. Él dice, “Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre.” (San Juan 15:20-21)

Y en el Evangelio de San Mateo, nuestro Señor describe la persecución a la que se está refiriendo. Él dice, “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán, y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles.” (San Mateo 10:16-18)

Estas son palabras increíblemente difíciles de escuchar. No solo para los discípulos, sino también para nosotros. Pero estas palabras solo son difíciles de escuchar debido a nuestra débil fe. De hecho, estas palabras son más que simplemente difíciles de escuchar para nosotros, más bien nos dan miedo escucharlas. Y estas palabras nos asustan porque conocemos nuestro propio pecado. Sabemos que somos débiles. Y sabemos que, si nos dejamos solos, seguramente nos caeremos.

Pero estas no son las únicas palabras que nuestro Señor dijo. Él también nos deja con una promesa.

Nuestro Señor no sólo dijo a sus discípulos: “Todavía un poco, y no me veréis…entonces, ¡adiós!” ¡No! Él dijo: “Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis.” Y con estas palabras nuestro Señor promete que Él volverá.

No seremos la Iglesia Militante, luchando y sufriendo para siempre. No, Él nos entregará a la vida eterna como la Iglesia Triunfante. El regresará por nosotros. Él está con nosotros siempre, y nunca nos dejará ni nos abandonará. Y nuestro precioso Salvador nos ayuda a comprender esta realidad dándonos una analogía.

Jesús dice, “De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará, pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.”

Las madres, a quienes celebramos hoy, ciertamente comprenden esta analogía mejor que yo. Y no voy a pretender entender el dolor del parto, pero sí sé que hay un sufrimiento intenso involucrado. Sin embargo, cuando Christine y yo miramos fotos de nuestros hijos cuando eran bebés, y cuando hablamos de ellos como recién nacidos … Christine siempre sonríe mucho. Recordar los nacimientos de sus hijos la llena de alegría.

Es como si este dolor no es nada en comparación con la enorme alegría de ver a un nuevo bebé entrar en el mundo. De la misma manera, nosotros, como la Iglesia Militante, soportamos los dolores del parto de este mundo ahora. Pero pronto, nuestro Señor volverá, y nuestros corazones se regocijarán.

Por lo tanto, permaneced en paz, incluso en medio del sufrimiento, porque esta promesa de Jesús es también para vosotros. Vuestro dolor se convertirá finalmente en gozo, y vuestro corazón se alegrará. Y nadie será capaz de quitaros vuestro gozo eterno.

En el nombre de + Jesús. Amén.

Categories SERMONES | Tags: | Posted on mayo 5, 2020

Social Networks: RSS Facebook Twitter Google del.icio.us Stumble Upon Digg Reddit

Responder

close window

Service Times & Directions

Weekend Masses in English

Saturday Morning: 8:00 am

Saturday Vigil: 4:30 pm

Sunday: 7:30 am, 9:00 am, 10:45 am,
12:30 pm, 5:30 pm

Weekend Masses In Español

Saturday Vigil: 6:15pm

Sunday: 9:00am, 7:15pm

Weekday Morning Masses

Monday, Tuesday, Thursday & Friday: 8:30 am

map
6654 Main Street
Wonderland, AK 45202
(513) 555-7856