Sermón del 5 de abril

Domingo de Ramos
Domingo de la Pasión

Certeza Perfecta por el Pastor David Warner, España

¿Qué está haciendo? ¿Qué quiere lograr Jesús con estas palabras y obras, tan controversiales? ¿Está seguro que la cuestión vaya a terminar cómo quiere?

Todas las personas alrededor de Jesús están llenas de dudas. Jesús aceptó la unción con perfume de la mujer en Betania como preparación funeral. Luego orquestó la Entrada Triunfal el Domingo de Ramos, dando rabia a los fariseos y sacerdotes, por no decir nada de darlos una acusación concreta para denunciarlo a los romanos. Ya antes del lunes de esta semana fundamental Jesús había confundido la lógica humana totalmente. Y durante la semana, peor: discusiones en el Templo y ataques verbales contra las autoridades judías, enseñanzas apocalípticas, afirmaciones radicales. Finalmente, el certidumbre y confianza para redefinir la Pascua de los Judíos, con referencia a su propia muerte. Después, rechazó la voluntad por parte de sus propios discípulos de fomentar una rebelión, y se sometió al arresto, tortura y humillación de los sacerdotes y los romanos. Fue con calma a Calvario, enfrentando sin vacilar al peor que pudiera hacer los seres humanos. Además, aceptó el castigo de su propio Padre celestial. ¿Quién puede entender su objetivo, su plan, o de dónde saca su certeza?

Esta Semana Santa, como nunca jamás en nuestra memoria, la población mundial está sufriendo de una falta a la extrema de certidumbre. ¿Quién sabe con certeza cuándo o cómo vayamos a salir de esta crisis sanitaria? ¿Qué es el peligro real del Coronavirus, COVID19? ¿Cuáles medidas son correctas, para España, el mundo, o para mi propia familia? ¿Quién sabe con certeza? Nadie. Damos gracias al Señor por el internet lo cual nos permite mantener contacto con amigos y familiares, y que nos facilita continuar “reuniéndonos” como Iglesia, y para muchos, seguir trabajando de distancia. Pero el mismo red mundial nos inunda con información, historias fantásticas, teorías opuestas, página tras página. La tentación de ponernos a ser investigadores es grande, buscando la verdad sobre la crisis para llegar a un nivel de certeza. Pero la certeza nos escapa. ¡Oh, cómo deseamos la certeza!

Hermanos y hermanas en Cristo, doy gracias al Señor que, en medio de esta crisis, estamos celebrando la Semana Santa. Yo aborrezco el hecho que no podemos reunirnos en persona para recordar y celebrar la semana más importante de toda la historia humana. Pero no pudiera haber un leccionario mejor para ayudarnos recuperar la certeza cristiana, textos que nos hacen meditar de nuevo en la obra santa de Cristo Jesús, su obra de certeza perfecta.

Antes de la fundación del mundo, el Santo, Santo, Santo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, sabía sin duda la fecha y los acontecimientos de esta semana, que el Creador, el eterno Dios, en la persona del Hijo, iba a unirse con su creación, tomando la naturaleza del hombre dentro de su santo y divino ser, haciéndose igual como nosotros en todas maneras, salvo sin pecado.

¿Y para qué? Ciertamente no para liderar una victoria según nuestra expectativa, tampoco para restaurar el reino terrenal de David. Porque el rey David, y todos los demás, todos, eran el problema. Jesús tuvo que revelar la debilidad de todos, aun de sus propios discípulos y amigos, porque la verdad acerca de los hijos del hombre es que “se han corrompido, han cometido hechos abominables; no hay quien haga el bien. 2 El Señor ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres para ver si hay alguno que entienda, alguno que busque a Dios. 3 Todos se han desviado, a una se han corrompido; no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno. (Salmos 14 y 53:1-3) No había esperanza real entre los hombres, porque todos nosotros somos corrompidos, desde nuestra concepción.

No obstante, Jesús tenía certeza perfecta en su plan. No porque fuera fácil ni agradable, sino porque, siendo Dios mismo, el eterno Hijo del Padre, Jesús sabía la verdad que es más grande que nuestro pecado y ruina, aún más grande que el odio y envidia de satanás: Jesús sabía que Dios es amor.

Cuando pasamos tribulaciones, queremos más que nada estar con nuestros queridos, de experimentar el amor que recibimos como bebes, el amor que fluyó de nosotros que somos padres, sin que sabíamos de dónde venía este amor tan fuerte para nuestros hijos. Nuestro amor familiar no es perfecto, pero es lo mejor que tenemos en este mundo. Somos todos pecadores, pero Dios en su bondad ha dejado este amor imperfecto en nuestra vida, para darnos una idea, una sombra del amor que existe entre el Padre, Hijo y Espíritu Santo. Si pudiéramos multiplicar mil veces la intensidad máxima del mejor amor que hemos experimentado con nuestros queridos, todavía quedaríamos muy lejos del amor divino. Aquel amor, inalcanzable para nosotros, es la fuente de la certeza perfecta que tenía Jesucristo, ese amor que es Dios.

Por eso, Dios hecho hombre, Jesucristo, aguantó todo, sufrió todo, con calma, con esperanza, para el gozo de revelar al mundo, para revelar a ti, esta buena noticia: Aunque mereces su rechazo, Dios te ha amado de esta manera; envió a su Unigénito Hijo para quitarte todo tu debilidad, todo tu pecado, todo tu castigo y vergüenza, para aniquilarlos en su propio sufrimiento y muerte en la Cruz. Lo hizo con la certeza perfecta de que, después de tres días, se revelaría una nueva creación, donde puedes conocer el amor real de Dios mismo.

Así fue la certeza de Cristo, la cual le dio la fuerza de hacer todo lo que hizo en la Semana Santa. Y esta certeza es también tu certeza, garantizada a ti en tu bautismo, donde el Dios que es amor, el Padre, Hijo y Espíritu Santo, te unió con la Cruz y la Resurrección de Jesús, haciéndote un miembro de la familia de Dios, perfectamente seguro en su amor.

Que el Espíritu de Cristo nos ayude vivir en esta certeza, hoy, y hasta el día en que veamos a Cristo con nuestros propios ojos, Amén.

Categories SERMONES | Tags: | Posted on abril 7, 2020

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