Vigesimoprimer Domingo después de Trinidad

Jesús sana al hijo de un noble

Juan 4.46-54

La primera de las siete señales que describe el apóstol Juan en su evangelio fue cuando Jesús convierte el agua en vino, como podemos leer en el capítulo 2, y estudiamos esta lección en Epifanía. Hoy cuando ya nos estamos acercando a la recta final de nuestro año litúrgico, escuchamos sobre la segunda señal de Jesús, dando vida donde solo se esperaba la muerte.

Las señales son muy significativas para Dios. Y Él escoge como se revela a nosotros. La palabra griega para “señal” es semeion, que es un signo, símbolo, señal, mensaje, milagro o maravilla. Una “señal” o semeion es un indicio que da lugar a una realidad más grande. Una “señal” o semeion apunta a verdades más grandes. Una “señal” o semeion es un símbolo que representa otra cosa, que lleva la mente a recordarlo de una manera diferente.

Cuando hace su primera señal en Cana “transformando el agua en vino” mientras esta en una boda, es muestra de cómo protege su primera institución, el matrimonio. En el principio Dios los creo junto con todas las cosas, hombre y mujer, los creo a su propia imagen y los bendijo. Ahora bendice el Matrimonio nuevamente. Su segunda señal significa el poder de Dios para darnos vida frente a la muerte y el poder de su palabra creadora. El niño tenía una fiebre muy alta. Estaba al borde de la muerte. Y este padre, que además era funcionario del rey le suplicó a Jesús que fuera a su casa antes de que el niño muriera. El hombre sabía que Jesús podía hacer milagros.

Todavía este hombre no era un creyente, pero sabía sobre, como muchas personas, sobre Jesús, porque había oído hablar de cómo transformó el agua en vino, pero en realidad no tenía fe en que Jesús podía darles vida eterna. Sabía que Jesús podía hacer señales; así que como hombre con poder para mandar a otros asume que Jesús hará la señal que él está pidiendo. Asume que Jesús vendrá a su casa. Porque para nuestra mente humana: ¿De qué otra manera podría curarlo?

Hay muchos tipos de fe. Yo puedo tener fe en que voy a lograr algunas cosas en mi vida, un niño tiene fe en que si tiene hambre y llora, recibirá comida, un empleado tiene fe en que si llega a fin de año en la empresa, recibirá su bono, su aguinaldo. Este hombre tenía fe en que si Jesús, el gran profeta, iba a su casa su hijo se sanaría. Pero no tenía la fe que mira a Cristo como el salvador. Lo curioso es que Jesús empieza a hablar y comienza a crear la fe salvadora en este incrédulo, como sucedió con cada uno de nosotros y como sigue haciendo hoy en día.

Jesús sabe la necesidad y la suple a su manera. Y es interesante como los evangelistas cuando retratan algún evento de sanación, usan la misma palabra en griego que significa salvación. Porque Jesús no solo sana pero también SALVA a sus criaturas.

Jesús quiere que hoy miremos a través de las señales y miremos más allá, él dice:“sino vieras señales y prodigios, no creeréis” v.48. Buscamos señales por todos lados, queremos que Dios se manifieste de maneras sorprendentes para poder creer en Él. Nuestra carne tiene que ver para creer, así como le paso a Tomás. Es por eso que muchas veces demandamos a Dios cosas, exigimos, pensando que eso es lo que necesito YA!!!, este oficial del rey es un reflejo de nuestro pecado, que quiere “ser como Dios” y no quiere reconocer que no hay nada que podamos hacer o demandarle a nuestro Señor, más que tenga misericordia de nosotros. Este hombre, a diferencia del Centurion Romano en Mateo 8, exige y demanda la presencia física de Jesús en su casa.

El Centurión dice: “No soy digno que entres en mi casa, solo una palabra tuya bastara” pero este oficial, en su desesperación porque su hijo va a morir le pide a Jesús que descienda junto con Él. ¿Cuántas veces no hemos demandado cosas de Dios, creyendo que es como el genio de la lámpara mágica… Señor, dame trabajo, Señor dame una esposa (o), Señor dame comida, etc? ¿Pero cuantas veces hemos sido agradecidos, reconociendo que todo lo que hemos recibido, lo hemos recibido de la mano de Dios? Creemos que Dios tiene que contestarme como yo quiero, porque yo sé lo que en realidad necesito. Quien más que yo sé lo que me gusta.

Dios no es indolente ante nuestro dolor. Dios no nos da la espalda. Cuando Dios toma esta actitud para con los hombres –como podemos escuchar cuando tiene el encuentro con la mujer cananea que es similar a este Jesús se niega y dice “No puedo quitarle la comida a los otros y dársela a los perros”-no es una actitud caprichosa, sino que nos está llevando a reconocerlo como la fuente de la salvación; como aquel que tiene el control total de nuestras vidas. Dios pone a prueba nuestra fe para que podamos depender de Él.

Y es por eso, que este hombre, escuchando las palabras de Jesús, escuchando las mismas palabras que crearon el mundo y todo lo que hay en él. Está empezando a creer. Y es en medio de esa desesperación, donde se empieza a reconocer como criatura, este hombre con poder, este hombre que trabajaba con un rey terrenal, empieza a reconocer al Rey Dios-Hombre y clama KYRIE, Señor, pero aun en medio de su clamor, es un clamor imperfecto, que sigue lleno de demandas; como es a veces nuestro clamor. Porque creemos que la sola palabra de Dios no puede hacer grandes cosas, creemos que tenemos que agregar algo, o que la palabra es poca cosa. Clamamos como este hombre “Kyrie Eleison, Señor ten piedad de nosotros”, pero aun así queremos ver grandes señales, grandes cosas en nuestras vidas.

Jesús no necesita ir a la casa de este hombre. No necesita hacer grandes cosas, solo necesita hablar. Su primera señal fue hablando, su segunda señal también. La palabra (el logos) se hizo carne y vino a habitar en medio de nosotros para sanarnos-salvarnos. La palabra de Jesús hace lo que dice, y es por eso que cuando tú en arrepentimiento, pides perdón por tus pecados, Dios viene a ti, y por medio de tu pastor te dice “Yo he muerto por ti para darte el perdón, yo te he sanado y te he dado nueva vida, Ve en paz, tus pecados han sido perdonados”.

Esa es la gracia de Dios en acción. Sus señales manifestándose en medio de nosotros; y hoy seguimos escuchando esa palabra que creo los cielos y la tierra aquí en medio de nosotros, palabra que sigue creando fe, palabra que crea al nuevo hombre redimido por Cristo. Palabra que crea la fe salvadora en nuestros corazones, que se confía en el Señor y va por el camino de la vida, por el camino del valle de sombra de muerte, confiado en que Dios está con nosotros. Palabra que nos levanta de los muertos y nos da vida.

Dios hoy nos muestra señales más poderosas, porque cuando ves el agua siendo vertida sobre los escogidos de Dios y escuchas las palabras de Cristo mismo, está creando fe salvadora en tu corazón, está viniendo a habitar en medio de ti y a apartarte y a sellarte como su hijo (a) amado (a), que te vio casi muerte por el pecado y entrego a su Hijo para darte salvación.

Cuando ves pan y vino y escuchas las palabras de Cristo mismo, sabes que viene a ti en cuerpo y sangre para fortalecer tu fe y darte el perdón cuando confías en las palabras “por vosotros dado, por vosotros derramado”

Jesús dice: “El que crea y sea bautizado será salvo”. Jesús dice: “Come, este es mi cuerpo, dado por ti; beba de todos ustedes, esta copa es el Nuevo Testamento en mi sangre, derramada por ustedes y por muchos para la remisión de los pecados”. Jesús lo dice y lo hace. Jesús dijo: “Tu hijo vive” y el hombre se enteró después de que la fiebre había dejó a su hijo tan pronto cuando Jesús dijo: “Tu hijo vive”. Esto confirmó al hombre en su fe y llevó a toda su familia a la fe.

A la luz de nuestra naturaleza pecadora, no hay título que valga. Puedes ser el mismo rey, e igual morirás, este niño fue sanado, pero luego de un tiempo murió. Mostrando la fragilidad de nuestra naturaleza; pero nuestra verdadera fuerza se encuentra en la palabra de Jesús que dirige nuestra fe a donde Él ha prometido estar. En su palabra y en los medios de gracias. Sus señales actuales; Bautismo y Santa Cena, tienen el poder de devolvernos a la vida porque son para el perdón de todos nuestros pecados.

Confesamos “Creo en la resurrección de los muertos y la vida del mundo venidero”; porque sabemos que la fe nos da vida, porque tenemos un Dios de vivos y no de muertos. Porque en nuestro bautismo donde fuimos vestidos con Cristo y unidos a su muerte y resurrección, en la Cena del Señor somos regularmente alimentados con la medicina de la inmortalidad, cuando ponemos nuestra confianza en estos sacramentos, confiamos en Cristo. Tenemos vida y salvación. Porque así lo ha prometido Dios y Fiel es el que ha prometido.

Nuestra fe descansa completamente en la fuerza de la palabra de Dios. La palabra que aún sigue creando, que no descansa, que sigue siendo proclamada en todas partes del mundo, creando fe en los santos de Dios. Y haciéndonos ver que aun en medio de la muerte, Dios tiene el poder para darnos vida. Pero no una vida terrenal, porque esa vida es como la flor que se levanta en la mañana y en la tarde se marchita, de la vida que habla Cristo es la vida eterna que Él ha ganado y ha prometido que todos los que creen tendrán vida en su nombre. Más que la sanación de este niño, la señal, que ha sido puesta como señal eterna, es la salvación, es la vida, pero la vida eterna que tenemos por medio de la fe que se aferra a Cristo y su cruz, la fe que fue creada en este hombre y que él y su casa creyeron. Esto es lo que Jesús quiere que aprendamos de la Lección del Evangelio de hoy.

Que alegría es aprender esto, para cuando nuestro cuerpo empiece a fallar, o nuestras fuerzas ya no sean las mismas, o las preocupaciones toquen nuestra puerta, saber que Cristo nos da más, y que aun con nuestra muerte. Tenemos vida por causa del Señor de la vida. Porque su palabra nos ha prometido esto y al hacer, sabemos que es así.

Kyrie Eleison, Señor te piedad de nosotros, y acompáñanos siempre. Porque te lo pedimos en el nombre de aquel que conquisto la muerte y cargo sobre su cuerpo todos nuestros pecados y enfermedades. Tu hijo, nuestro Señor Jesucristo, al cual sea toda la honra y gloria, ahora y para siempre. Amén.

Categories SERMONES | Tags: | Posted on noviembre 12, 2019

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